Publicado por Javier Martín Hernández y Ayoub Maarouf
Los seres humanos contamos con una mente que nos permite
utilizar estructuras lingüísticas complejas, usar la lógica, concebir y
transmitir conceptos abstractos y muchas más habilidades. La que nos va a ocupar
nosotros es la habilidad de interpretar. Entiéndase como interpretación la
capacidad para entender y concebir la esencia de un mensaje. Es por lo tanto esencial
una buena interpretación de los mensajes por parte de los receptores en el
proceso comunicativo para que este tenga éxito.
En el proceso de interpretación es necesario que el receptor
se sitúe en el contexto pretendido por el emisor para poder captar la esencia
del mensaje y la intenciones que conlleva. Interpretar es, en definitiva,
asignar a un concepto o idea una realidad material relacionada con él.
¿Qué sucede entonces
cuando a un mensaje le atribuimos algo que no concuerda con la realidad? ¿Qué
consecuencias puede tener el fenómeno de la sobre-interpretación, habitual en
los paranoicos?
Este fenómeno, según Umberto Eco, es propiciado por nuestra
tendencia natural a pensar en términos de identidad y semejanza. Los seres
humanos elaboramos nuestros propios esquemas mentales a partir de conceptos que
tienen relaciones análogas, contiguas y de semejanza con otras cosas. Pero no
por ello podemos encuadrar como paranoico todo comportamiento en el que se
busque la comparación. Por ejemplo, un niño pequeño entiende qué es una madre
porque, al igual que le sucede a él, sus compañeros de clase son acompañados
hasta la escuela por una mujer que les lleva de la mano y les despide con un
beso (entre otras cosas).
Ahora imaginemos a un niño huérfano que reside en un orfanato
y es acompañado todos los días a clase por una asistente social. Ante la
aparente semejanza en la situación respecto a los otros niños, este huérfano
piensa que ella es su madre. ¿Podríamos considerar que este niño a
sobre-interpretado los hechos? No, ya que este tiene pocos elementos para
comparar su situación y descartar la idea de que esa mujer que a él le acompaña
no sea su madre, cosa que sí hace una vez a adquirido la suficiente experiencia
para poder discernir qué es una madre y qué no lo es.
En el caso de un
paranoico no es cuestión de experiencia, sino de la simplicidad que hace de los
hechos y de los elementos. En el paranoico hay una sobreestimación de la
importancia de los indicios, que nace de una propensión a considerar como
significativos los elementos más inmediatamente aparentes.
Volviendo al niño huérfano, este tiene pocos elementos con
los que comparar su situación y descartar la idea de que esa mujer que a él le
acompaña no sea su madre, cosa que sí hace una vez ha adquirido la suficiente experiencia
para poder discernir qué es una madre y qué no lo es. En el caso de un
paranoico no es cuestión de experiencia, sino de la simplicidad que hace de los
hechos y de los elementos.
Un ejemplo de sobre-interpretación es el de aquellos que
interpretan la Biblia literalmente. Las creencias de los Testigos de Jehová se
fundamentan en exclusivamente todas y cada una de las palabras que se encuentran
en la Biblia. Este es un movimiento que está generalmente aceptado por las
pocas repercusiones que tiene más allá de la involucración de sus miembros.
Aunque es difícil hacer un análisis de sujetos individuales
que por distintas circunstancias se vean afectados por la sobre-interpretación,
sí que se puede tomar como ejemplo grandes grupos que han causado perjuicios
por su actividad generada por este síntoma paranoico, como pueden ser sectas o
grupos terroristas.
La ola es una película alemana que nos sirve para ejemplificar cómo
grupos numerosos se dejan arrastrar por la sobre-interpretación. Esta película,
basada en un hecho real como fue el experimento de ''la tercera ola'', muestra los
acontecimientos propiciados por unos alumnos que ''malinterpretaron'' el
mensaje de su profesor, que consistía en establecer una pequeña autocracia
dentro del aula con un fin didáctico y académico.
En definitiva, se puede hablar de
la sobre-interpretación como un problema a pequeña escala, que incluso puede
ser común en algunas situaciones cotidianas. El gran problema es cuando es un
grupo grande el que está contaminado por la irreal representación de un mensaje,
y que puede traer consigo consecuencias sociales o políticas.
Bibliografía:
ECO, Humberto (1997): Interpretación y sobreinterpretación. Madrid. Cambrige University Press.
WATZLAWICK, Paul, BEAVIN, Janet y JACKSON, Donald (1985): Teoría de la comunicación humana. Barcelona. Editorial Herder.
Es un tema que no nos paramos a pensar a menudo, pero como afirmais está en nuestra cotidianidad y es generadora de múltiples conflictos. El ejemplo sobre la religión es muy claro; muchas personas se han quitado la vida por interpretar mal los calendarios antiguos. También es muy pertinente la diferenciación que habeis hecho de una persona paranoica. Por último, la película de "la ola" es muy buen reflejo de lo que mencionais, y aunque a veces, en el día a día, no termine de forma tan trágica -como en la película-, una sobre-interpretación genera discusiones que fácilmente podían ser evitables.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Alberto. Evidentemente la sobre-interpretación normalmente pasa desapercibida, pero, al igual que en los casos cuyas consecuencias son graves, es por una falta de conciencia crítica y de simplemente abrir los ojos y la mente. Sí, algo tan importante y tan poco valorado....
ResponderEliminarBuena entrada, aunque estaría bien saber el origen de las ideas ¿Son del libro de Eco?
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