Enric González en la entrega del Premio Francisco Cerecedo
(galardón periodístico que convoca la Asociación de Periodistas Europeos en
España), con el que fue galardonado en 2009, ya expresaba la incompatibilidad
que según él existía entre empresa y periodismo: "Ya no hay que fiarse de
las grandes empresas, tienen otros intereses. Habrán de ser los periodistas los
que se organicen, en cooperativas, en sociedades, como sea, para seguir
haciendo información. Las empresas ya no son la prensa."
En el año 2014, en el que nos situamos, estás declaraciones no pueden estar más cerca de la realidad periodística en la que nos vemos sumergidos. Como estudiantes de periodismo estamos cansadas de escuchar los "inquebrantables" e "intrínsecos" valores que se supone tiene la labor periodística, y por ende el periodista que realiza esa labor. Me refiero a valores tales como la fidelidad a la realidad, el contraste de informaciones, la imparcialidad, la veracidad, el compromiso social, el valor de denuncia o la importancia de la selección de la realidad que llevemos a cabo. Sin embargo, si nos detenemos un momento a observar la realidad que nos acontece no vemos rastro de ese periodismo. ¿Existe acaso? ¿Existe el periodismo tal cual es teóricamente?
A menudo la mayoría de las personas que acaban la carrera de
periodismo se sienten traicionadas y decepcionadas, pues no sólo acaban sin los
conocimientos prácticos mínimos sino que además los pocos teóricos que poseen
no tienen cabida en el panorama mediático actual. ¿Cómo hacer frente a algo que
se posiciona muy lejos de lo que como periodistas queremos hacer?
El panorama mediático actual se basa en un oligopolio que
cada día se ve más concentrado. Consecuencia de ello es la pluralidad de
plástico a la que asistimos y a la que debemos hacer frente pese a los intentos
de maquillar su ausencia con falsa presencia. Se ha argumentado mucho acerca de
la existencia de pluralidad de canales de radio, televisión, cabeceras de
periódicos... Sin embargo, si indagamos en los que están detrás de cada uno de
ellos nos damos cuenta de que muchos están en las mismas manos. Ya dice Pascual
Serrano en su libro "Traficantes de información" lo difícil que es en
nuestro país investigar acerca de ellos, de los propietarios verdaderos de los
medios. ¿Por qué esa falta de transparencia? ¿Quieren encubrir el gran
oligopolio al que estamos sometidos? ¿Los intereses verdaderos que los mueven?
Y es que si descubrimos los grandes
empresarios, bancos, empresas de telecomunicaciones... que están detrás de cada
uno de los medios actuales no nos sorprendería como se maneja la información
actualmente.
Porque la realidad es que existe una escandalosa
concentración de empresas, lo que supone mucho poder en pocas manos y esto
significa que un empresario informativo controla todo lo que emite, publica y
distribuye en un gran número de hogares.
El caso de Silvio Berlusconi
quizás sea el que permita analizar de manera más clara la cuestión que
analizamos. Berlusconi ostenta un gigantesco imperio mediático -Mediaset-
y tiene una gran capacidad de influencia social. Durante nueve años ha
sido empresario y a la vez Primer Ministro en Italia de lo que sin duda se ha
beneficiado. En el podemos ver como se reunían en total armonía intereses
económicos (empresariales) e intereses políticos.
Tuvo que elegir a los
consejeros de administración de la televisión pública, a seleccionando a
conciencia a periodistas que simpaticen con él para dirigir el medio público...
Esto permite que, de forma fácil y sencilla, Berlusconi pueda controlar toda la
información que el pueblo italiano lea, oiga o vea.
Fue el primero en desarrollar una red de canales televisivos
a nivel nacional, poniendo fin al monopolio de la televisión pública italiana.
Fundó La Cinq, la primera cadena privada gratuita de Francia que quebró por
falta de audiencia. En 2.002 compró Telecinco. En prensa escrita, compró
participaciones de Il Giornale, ocupa la presidencia del grupo Mondadori, es
editor del periódico La Repubblica y de los semanarios L’Espresso, Epoca y
Panorama. Mientras estuvo en el Gobierno controlaba tres canales de la RAI. De
esta manera, su imperio mediático monopoliza el flujo de información en Italia
y se ha extendido hacia otros países como Francia o España.
La ausencia de medios alternativos es un problema para la
sociedad italiana. Desde el punto de vista ético y moral su conducta
empresarial no concuerda con la función social que debe ejercer una empresa
informativa liderada adecuadamente.
Teniendo todo esto en cuenta ¿cómo hacerle frente? ¿Quién tiene el poder de modificarlo o perpetuarlo?
El problema es que el periodismo, como vemos, no está solo en manos de los periodistas. El profesional de la información muy pocas veces conoce específicamente a los dueños de la empresa en la que trabaja, a los anunciantes o a los lectores; aunque suelen dejarle claro sobre qué temas puede y no puede hablar. Actualmente lo que se busca de él es que calle y obedezca a aquellos anónimos que tienen el poder, todos aquellos que controlan los medios, los grandes inversores, los conglomerados, los anunciantes. Son éstos quienes toman el control de los medios de comunicación y los que lo ponen a su servicio, procurando no ser atacados. Pero sin embargo, sin periodistas todas estas empresas y empresarios que “trafican” con la información ¿podrían seguir existiendo? ¿Se perpetuaría igualmente este sistema que corrompe los valores en los que se sustenta teóricamente el periodismo o lo quebrantaría?
Cómo periodistas debemos reivindicar el sitio que debemos
ocupar y denunciar la situación actual hasta que tenga su efecto. Si ningún
periodista desechara sus principios y valores profesionales por beneficios
económicos o ideológicos se podría hacer frente a las grandes empresas de
traficantes de información, acabando primeramente con la gran concentración de
poder que hay.
Otro de los problemas que observamos es el hecho de que los medios dependen económicamente de las empresas que se anuncian en ellos. Podemos verlo en la prensa nacional. Todos los anunciantes son más o menos los mismos desde hace décadas: grandes fabricantes de automóviles: Citroën, Renault, Ford…; grandes almacenes: El Corte Inglés, Cortefiel, productos electrónicos: Philips, Sony, Panasonic, etc.
Además muchas de las empresas informativas han creado sus
propias agencias de publicidad. Esto no solo ocasiona que la publicidad sea un
factor de presión en los contenidos que se emiten o contienen los medios de
estas empresas, sino que además, ahora los anunciantes se sientan en el consejo
de administración del grupo mediático. Si tenemos en cuenta el gran peso que
tiene la publicidad en las empresas mediáticas -ya que sin ellas no serían
rentables económicamente y es eso lo que se busca- podíamos llegar a decir que
dichas agencias de publicidad son las que
poseen a un grupo de medios.
Por lo tanto nos damos cuenta de que estas empresas son las
que constituyen la cartera de clientes que permite mantener económicamente la
edición del periódico año tras año (empresas que se publicitan y las citadas
agencias de publicidad) y en consecuencia un periódico nunca publicará una
noticia que pueda perjudicar la imagen de estas empresas.
Como se puede observar, los grandes Medios de Comunicación
están muy lejos de ofrecer una visión objetiva de la realidad ya que son
herramientas de quienes ostentan el poder político y económico (cada vez más
concentrado, y a veces único) para el control ciudadano.
Volviendo a la pregunta anterior de si el periodista tiene o no en su mano la perpetuación de esta situación o su quebrantación podríamos afirmar que, aunque no sean los causantes directos de la muerte del periodismo tal y como se supone que es, tienen el poder de modificarlo.
Pero si se logrará acabar con ellas ¿dónde insertaríamos el
periodismo? ¿Un Periodismo en empresas donde primen los valores periodísticos
por encima de los empresariales o un periodismo fuera de esas empresas? Tampoco
yo tengo la solución, quizá la primera opción terminaría corrompiéndose por el capitalismo aberrante, o la segunda, sustentado por el gobierno, se terminaría viendo
influido por éste.
Probablemente tengamos que empezar a distorsionar el concepto que se tienen de información como poder, pues dicho poder debería ser considerado por encima de todo un compromiso social. Como decía Enric González de momento habrán de ser los periodistas los que nos organicemos, en cooperativas, en sociedades, como sea, para poder seguir haciendo periodismo y reivindicar nuestra profesión como compromiso para con los demás y para con la realidad, además de como labor fundamental en una sociedad y en una verdadera democracia.
por: Marta Almela y Cristina Hidalgo de 2ºC
Me ha parecido muy interesante la entrada porque creo que a día de hoy el periodismo se ve más como empresa que como información en sí. Es muy difícil encontrar medios independientes y relevantes a nivel nacional al mismo tiempo. Creo, como vosotras, que el gran "problema" es que todos los medios dependen de los anunciantes. Es evidente que para hacer sostenible un medio de ese calibre, es necesario ingresar dinero por parte de la publicidad. Sin embargo, el hecho de no poder publicar nada negativo sobre la marca que paga al medio hace que la información que recibamos este sesgada. En tal caso, muy frecuente, estaríamos faltando a lo que llamamos "verdadera democracia".
ResponderEliminarEn mi opinión, esto tiene dificil solución porque en el momento que un medio se oponga a hacer caso a un anunciante, este retirará su publicidad porque hay muchos otros medios en los que anunciarse. El medio perdería dinero y, probablemente, sin más ingresos tendría que acabar cerrando. Es un grave problema el hecho de que los medios dependan tanto de los anunciantes pero es la realidad en la que vivimos: un constante chantaje de los anunciantes a los medios; y, a mi parecer, tiene difícil solución.
Berta Blanco Catalán. 2ºC.
La empresa informativa debería ser eso, informativa. Como muy bien habéis expuesto en la entrada, las empresas de comunicación tienen otros intereses y no hay compatibilidad con los periodistas. Mientras ellos pretenden enmascarar hechos y alejarse de la realidad nuestro objetivo es diferente, no puede ser alejado de la verdad, no podemos ser títeres sin ideas propias a manos de las empresas. Estoy de acuerdo con que tenemos que buscar nuevas vías o el periodista únicamente será el vocero de los intereses de la empresa para la que trabaja, ya sea por convencimiento propio o por interés, como ocurre en muchos casos. No me parece ejercer periodismo alguien que se limite a difundir información controlada.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada, me ha parecido muy interesante.
Ana Belén Pulido . 2ºD
Muy buen argumentos: confundir empresas, cabeceras y periodistas nos ha metido en el embrollo en el que estamos ahora
ResponderEliminar