domingo, 25 de mayo de 2014

La privacidad que se nos fue de las manos.


Internet, redes sociales, blogs... hoy en día la globalización tecnológica hace mella en la sociedad sin a penas darnos cuenta. La forma de comunicación tradicional entre las personas ha cambiado radicalmente en los últimos años, y el cara a cara ha dejado de ser la forma más extendida de intercambio comunicativo. En su lugar, las aplicaciones y webs de mensajería instantánea crean una red global de usuarios en conexión permanente, que posibilita que los acontecimientos que suceden en el “aquí y ahora” sean accesibles de una punta a otra del universo, en riguroso directo. 

Esta moda de hiperpublicación de nuestros quehaceres cotidianos unida a la enorme facilidad de comunicación que nos brindan las tecnologías, han dado lugar a que muchas cosas que anteriormente se consideraban dentro de la esfera privada, han pasado al dominio público de la manera más espontánea. Y no solo ha supuesto un antes y un después en el modo de comunicarse de la sociedad, sino que también ha variado el modus operandi de los periodistas y los medios.  Hablamos, sin lugar a dudas, del fenómeno 2.0:


 



Una sociedad saturada de información, un modo de vida cada vez más acostumbrado a compartir momentos online, una vida en la que realidad y recuerdo suceden casi simultáneamente, una era en la que miles de fotografías vuelan por Internet de manera gratuita...

 ¿qué repercusiones podría tener sobre nosotros?

A finales del mes de Abril de 2014, Vodafone, una de las compañías telefónicas líder en España, emitía el siguiente anuncio publicitario en televisión:




INMEDIATEZ, en eso se resume el trabajo actual de los periodistas. La publicación de cada noticia es una carrera a contrarreloj por ser el primer medio en publicar cada dato que se pueda conseguir. 

Sin embargo, en la actualidad no solo nos profesionales de la información se valen de las redes sociales y demás soportes para realizar su trabajo. Prácticamente todos los ciudadanos pueden acceder a la red y colgar en su perfil cualquier contenido. En el ámbito periodístico es lo que se llama "periodismo ciudadano", cualquier persona puede ser testigo de un suceso y publicarlo en la web. 
Pero no solo esto, actualmente las redes sociales son una herramienta muy utilizada por los personajes públicos para acercarse a sus seguidores. 




En este sentido, las redes sociales suponen una herramienta de trabajo más para ciertas personalidades, que anuncian en ellas sus actuaciones y eventos para conseguir, de manera gratuita, una mayor promoción. 

Sin embargo, podríamos considerar a las redes sociales un arma de doble filo. Como ya hemos comentado, en Internet la inmediatez es una característica más de navegación. En este sentido, un pequeño fallo puede suponer un gran desastre. Un comentario que pueda malentenderse o que, sencillamente, no sea de una opinión que la mayoría de personas no compartan, puede llevar a una batalla campal. 



Un ejemplo de esto es el caso de María Parrado, la niña que se proclamó ganadora del "La Voz Kids" antes de que se emitiera la final. Este programa llevaba varios meses grabado, por lo que los niños y los familiares ya sabían quién era el ganador. Por descontado, todos tenían firmado un contrato que les impedía dar ese nombre antes de la emisión del último programa. Sin embargo, la ganadora, de doce años, subió una foto a su perfil de Instagram en la que aparecía ella con el trofeo y el cheque del ganador. A pesar de que María Parrado borró la foto poco después de su publicación, los internautas ya habían anunciado en todas las redes sociales el descuido de la niña, y la noticia corrió como el viento. 


Otro ejemplo es el de la reciente "pelea" entre Esperanza Aguirre y Dani Rovira. En uno de los pregones de la ex alcaldesa de Madrid, hizo un comentario un tanto controvertido en el que dio a entender que los antitaurinos eran también antiespañoles. Las reacciones en Twitter contra Aguirre no se hicieron esperar, pero la situación se agravó cuando el humorista y actor Dani Rovira opinó sobre el tema.



El hecho de que un actor con tanta aceptación social como Dani Rovira entrara al trapo hizo que la magnitud de las respuestas fuera aún mayor.

Siguiendo en la onda de lo político, comentarios como este solo son la punta del iceberg, los políticos han cometido fallos que les han llevado a renunciar de su cargo público e, incluso, a ser destituídos. Como ejemplo tenemos el caso de la famosa Olvido Hormigos, ex concejala de Los Yébenes. Hormigos se grabó a sí misma masturbándose. Este vídeo únicamente se lo envió a su marido, sin embargo, por unas o por otras, acabó en la red. A pesar de que los abogados de la  ex política mandaron de inmediato que el contenido se eliminara de la red, los propios internatuas convirtieron en pocas horas la masturbación de Olvido Hormigos en un éxito de la viralidad, que llevó a la concejala a dejar su cargo. 




Es aquí cuando entra en juego la pregunta que planteamos en este texto:

¿hasta qué punto existe actualmente una confusión entre la vida pública y la vida privada?

Es aquí cuando entran en juego los medios de comunicación, y las redes sociales, que han cambiado totalmente el paradigma y han adelgazado la línea entre lo público y lo privado. 
Teniendo en cuenta el papel de los medios y a pesar de que la privacidad es considerada como un derecho que podemos exigir legítimamente, el guardar la intimidad tiene una nueva manera de proceder. Como comenta John B. Thompson en su ensayo "Comunicación y sociedad":
 "La manera más prometedora de conceptualizar la privacidad es en términos de control. En su sentido más básico la privacidad tiene que ver con la capacidad de los indiviuos de tener control sobre algo. Ese "algo" se entiende como información, es decir, la privacidad es la capacidad de controlar las revelaciones sobre uno mismo, y de controlar cómo y hasta qué punto éstas pueden comunicarse a los demás".

Como conclusión, diremos que actualmente es más difícil para la clase política guardar un secreto de lo que lo era hace relativamente pocos años. Ahora ellos tienen que jugar otro papel para preservar su intimidad, ahora también tienen que mirar antes de cruzar una esquina, pero el peligro ya no está señalizado, ahora el peligro lo representa cualquier ciudadano de a pie que tenga en su poder un teléfono móvil y acceso a Internet. 

Ante esto también cabe preguntarnos, 
¿cómo cambia nuestra forma de comunicarnos cuando sabemos que alguien nos está analizando?

Para responder a esta cuestión, acudimos a los reyes de la retórica y la manipulación comunicativa: los políticos. Ellos son quienes nos pueden ejemplificar con más claridad lo sutil pero importante que resulta saber unificar lo que piensas y lo que dices, o en caso de que esto resulte imposible, aprender al menos el arte de camuflarlo ante una cámara. ¿Dicen lo que piensan o lo que deben decir?
Para ayudarnos a resolver esta cuestión son muy útiles esos micrófonos que parece que están apagados, pero no. 


Francisco Camps:



Andrea Fabra: ¡Que se jodan!:

Andrea Fabra rectifica:


No hay mucho más que podamos decir sobre este tema, no podemos meternos en la mente de los políticos, pero sí sacar conclusiones de esos pequeños fallos que comenten y que corren como pólvora por la red. Nuestra conclusión es que ellos siguen el dicho "vale más una imagen que mil palabras", pero cuando esa imagen se ve alterada, no le queda otra que ser contrargumentada, sin duda, por muy buenas palabras.


ÁLVARO VALADÉS.

YLENIA ESPINOSA.

2ºD Periodismo.

3 comentarios:

  1. Muy buena entrada. Estoy de acuerdo en todo. Es cierto que las redes sociales han traído consigo una revolución en la información, y como decís, esto es un arma de doble filo. Está claro que ahora podemos conocer la actualidad al momento, pero las redes sociales también han provocado que los usuarios estén mucho más alerta con la información que reciben, pues en multitud de ocasiones las informaciones vertidas en esta nueva plataforma no son más que rumores expandidos, que finalmente resultan ser falsos. Actualmente, con las redes sociales, la gente piensa que todo el mundo puede hacer de periodista, y esto provoca que nuestra profesión quede devaluada. ¿De verdad creemos que las redes sociales son periodismo? Está es la cuestión más importante que creo que debe estar clara para los ciudadanos. No todo lo que aparece en las RRSS es cierto, y nuestra tarea, como periodistas, es contrastar la información siempre antes de publicarla.

    Bárbara Ugidos Rodríguez 2ºH

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está claro que no todo lo que vemos es cierto, se han dado casos de rumores inventados a mala fe, solo por ganas de divertirse. Sin ir más lejos, hace poco un bloggero se inventó que Abraham Mateo se había metido con el grupo Extremoduro, algo que provocó un revuelo increíble y que luego resultó ser falso. Esta es la cara perversa de las redes sociales, sin duda, pero también tiene un lado positivo, que los periodistas tenemos ahí una pequeña ayuda con la gente de a pie que presencia las noticias y las publica. Está claro que esto no es periodismo, yo lo considero como un apoyo para la profesión.
      Muchas gracias por tu comentario :)

      Eliminar
  2. NO ve un hilo argumental claro en la entrada. Una cosa es la cuestión de las violaciones a la intimidad, como en el caso de Hormigos. Otra diferente son los deslices, como la chavalita de La Voz. Una tercera es la repercusión social de los personajes públicos (el asunto de Aguirre y Rovira, imposible de entender con los ejemplos que poneis). Y otra es la relación entre poolíticos y periodistas y el tema de los mirco abiertos. Os pido que repitais la entrada centrándola en alguno de estos temas y clarificando los ejemplos

    ResponderEliminar