La publicidad ¿una compañera subestimada?
Es
un hecho: los medios de comunicación han penetrado en nuestro día a día de una
forma irrevocable. Desde que apareció la prensa, el papel de los medios no ha
hecho más que crecer. Sin embargo, existen dos que se han consagrado por
antonomasia por encima del resto, circunstancia que los convierte en el objeto
de este artículo. A saber, la televisión e internet.
En
los años 60 en Europa, cada hogar contaba con un televisor, una cifra que en la
actualidad ha aumentado exponencialmente hasta llegar al punto en el que casi cada
vivienda cuenta con una pantalla por miembro que habita en ella. Y es que nuestra
sociedad ha cambiado mucho en muy poco tiempo. De hecho desde que el británico
John Logie Baird consiguiera en 1922 desarrollar la primera televisión, solo
han pasado noventa y dos años y el florecimiento que se ha experimentado desde
entonces resulta colosal. Lo que es aplicable a la aparición de internet, cuyos
orígenes se remontan a 1969 cuando surge como un método para interconectar universidades,
aunque actualmente sea una red que une el mundo entero. Sin embargo, a pesar de
estos adelantos, el discurso sobre los nuevos medios de comunicación no siempre
puede hacerse en términos del progreso, sino que debe incluir el aspecto
peyorativo del asunto.
A
finales del siglo XXI, la generación basura y de calidad convergen, uniéndose a
las tecnologías mediáticas y conduciendo al producto comunicativo hacia un
público constituido en mayor medida por las masas. El resultado: el factor más
importante hoy en día es la opinión pública, ya que de ella depende la
industria de la comunicación, lo que desencadenará desde el punto de vista
económico, un mayor beneficio. Y precisamente para conocer a la audiencia son
necesarias las redes sociales, que han terminado por consolidar un planeta
local o nacional, en mundial. Internet ya se consolidaba en 2000 con el medio
dominante, teniendo en cuenta que el sector de la comunicación se encuentra
dividido actualmente en estructuras fijas como la radio y la televisión, y
alrededor del 50% restante destinado a las redes sociales en su totalidad. Sin
embargo, es precisamente este mercado de negocio el que ha conseguido la
degradación en cierta manera de una sociedad cada día más dependiente e
integrada en un mundo globalizado, para la que prima en primer lugar el
entretenimiento antes que la información o la formación. Prueba de ello es que
el 60% de la estructura actual de las redes sociales lo forma precisamente el
ocio, un 20% la publicidad y el 20% restante la información.
En
este sentido, el enfoque se centra en la influencia que ejerce la publicidad
sobre la era de la comunicación. Es precisamente ahora, en pleno siglo XXI,
cuando la televisión y el mundo online se encuentran más invadidos por el
asedio publicitario. Tanto es así, que resulta casi inconcebible que exista una
emisora o un sitio web sin anuncios, en cuyo caso quedan “marcados” a lo Deborah
Tannen (véase el caso de La 1 de RTVE). Las estadísticas de la Comisión del
Mercado de las Telecomunicaciones del periodo 2008-2012 demuestran que, a pesar
de haber sufrido numerosos descensos, los anuncios siguen siendo la fuente de
financiación más importante al menos para la televisión privada, si bien es
cierto que los datos del Ministerio de Educación y Ciencia recogen que la
inversión publicitaria en Internet ha llegado a crecer en una proporción del
33%. La publicidad se erige de esta
forma como una fuente de ingresos imprescindible para el sector audiovisual.
Frecuentemente
somos el objeto de nuevas formas publicitarias cuyos resultados superan con
creces los obtenidos por las antiguas. Se trata de configuraciones que
consiguen insertar el producto tanto en los programas de información como en
los de ficción para que el espectador lo asocie a los contenidos y que,
consecuentemente, consiga recordarlo mejor. El departamento de Marketing de
Publiespaña y de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, realizaron un estudio
en septiembre del pasado año para conocer más ampliamente los efectos de estas
formas publicitarias no convencionales en televisión, entre las que se
encuentran el patrocinio y las telepromociones, enseres con los que han
demostrado esta eficiencia superior al modo convencional del spot. En concreto,
y en base a los datos de la investigación, su eficacia es seis veces mayor. Aquí
podemos encontrar algunos de los ejemplos más comunes de esta práctica.
Telepromoción "Armario de la tele" La Sexta
Telepromoción "ADSL" Telemadrid
Jesús
Segarra Saavedra y Alberto Plaza Nogueira, de la Universidad de Alicante,
realizaron un análisis del “product placement” en la serie de Antena 3 El Internado viendo que “en la
actualidad existe una hibridación entre el producto cultural audiovisual
emitido y el mensaje comercial. Además, si tenemos en cuenta la presente
diversificación de canales a partir de los cuales éste puede consumirse
(televisión, cine, telefonía móvil, Internet, etc.), vemos que se produce una
mayor permanencia en el tiempo del mensaje cultural-publicitario.” O lo que es
lo mismo, la influencia del mensaje propagandístico se ve incrementada en
calidad de intensidad y tiempo gracias al uso del emplazamiento publicitario,
que viene a ser definido como una forma de mostrar un producto, servicio o
marca comercial dentro de los contenidos de un programa con el doble objetivo de persuadir e influir sobre el comportamiento
del espectador a través de la introducción de un mensaje en realidad
publicitario dentro de una emisión de distinto carácter. Esta técnica ha dado pie a un amplio debate
sobre la ética del mismo por estar presente de una forma sutil y casi
inapreciable para el espectador, sin embargo; la ley contempla su utilización.
Product Placement "El Internado" Antena 3
En
cuanto a la difusión de contenidos por Internet, los anuncios aparecen de un
modo que podría calificarse como “invasivo”, sobre todo a través de los
llamados “banner rotativos”, anuncios que salen de forma inesperada al entrar
en una página web y que suelen permanecer unos segundos ocupando casi la
totalidad de la pantalla para así llamar la atención visual lo máximo posible.
Los vídeos insertados en estos sitios web suelen estar precedidos por uno o
varios anuncios que han sido pagados por
una determinada empresa y que el usuario tiene que ver durante un espacio
reducido de tiempo.
Pero
sin duda, hay un tipo de programación que llama la atención por ser en su
totalidad un spot publicitario: los dibujos animados. En 1999 Mª Esther del
Moral Pérez de la Universidad de Oviedo realizó una investigación titulada“La
publicidad indirecta en los dibujos animados y el consumo infantil de juguetes” en
la que tomaba como muestra a niños en edad de primaria y en la que probaba que
el 60% de los encuestados tenía en su casa juguetes relacionados con los
personajes de series infantiles. De este modo, Del Moral Pérez asegura que
“muchas empresas jugueteras se sirven de estos formatos tradicionalmente
diseñados para el público infantil para promocionar sus productos o, como
manifiesta el USA Today, diario norteamericano, que existen
empresas que lanzan al mercado previamente series animadas garantizándose de
este modo una publicidad gratuita” y entre ellas, la empresa que más influjo
acaparaba era Disney. Los dibujos que le seguían, aunque con una menor
repercusión, eran entre otras Bola de Dragón, Las Tortugas Ninja,
Superman, Batman y los Simpson.
Ya
que los medios de comunicación dependen en tal proporción de los anunciantes,
estos acaban repercutiendo en sus contenidos. A menudo vemos cómo los
informativos insertan anuncios entre el bloque de noticias y el bloque
deportivo; las series se sirven de
la imagen de sus propios protagonistas para incidir sobre el uso de un determinado producto, interrumpiendo de
forma inesperada el desarrollo de su contenido; observamos cómo los programas
de entretenimiento son patrocinados por una marca, los presentadores de
noticias se vanaglorian del éxito las publicaciones que siempre pertenecen a la
editorial de su grupo de comunicación, etc. El problema de todo esto deriva
cuando la información emitida debe ajustarse a la línea de los anunciantes de
la emisora, pues contrariar su postura podría suponer la pérdida del cliente.
Ocurre
de la misma forma en la red (la fuerza de las empresas es tal, que los “Trending
Topic” de Twitter suelen ser los promocionados por ellas mismas), donde se
encuentran todos los soportes informativos conscientes de que, para ser
visibles en la era digital, tienen que difundir sus contenidos a través de
Internet de una forma libre. No obstante, la gratuidad del citado servicio ha
convertido sus páginas en auténticos conglomerados publicitarios que el usuario
tiene que transigir, una estrategia que puede resultar más o menos perspicaz para
un público u otro. Normalmente no goza de una gran popularidad, pues los
usuarios son conscientes de dicha dependencia y consecuentemente disminuyen su
confianza en sus contenidos. Desde el punto de vista periodístico, la situación
podría calificarse de “catástrofe profesional” por haber devenido en acabar con
su único propósito, esto es; el servicio público libre e independiente. Al fin
y al cabo, este ha quedado subyugado al juego económico de las grandes empresas
poseedoras de los medios de comunicación. El barómetro del Centro de
Investigaciones Sociológicas de marzo de 2013 prueba estas evidencias. Por lo
general, la confianza que deposita en los medios la mayor parte de la población
es más bien baja.
Esto nos da la
certeza de que la dirección hacia la que se dirige el periodismo no es la
correcta. Ejercer de informador profesional no es una actividad barata y aún lo
es menos si se pretende que sea de calidad, de lo que se deduce que debe
valerse de fuentes de financiación poderosas y capaces de soportar los
considerables gastos que acarrea tras de sí, siempre y cuando la intromisión en
su independencia sea nula o en cualquier caso exigua. De hecho, el código
deontológico de la FAPE dice así “como su sujeto e instrumento de la libertad
de expresión, los periodistas reconocen y garantizan que su ejercicio
profesional es el cauce de manifestación de una opinión pública libre.” Un
principio que queda cuestionado ante la dependencia publicitaria de los medios
de comunicación. Es de saber que la publicidad no tiene la obligación de actuar
con los principios máximos de la verdad y la independencia, por lo que no es un
instrumento propicio para dirigir la línea de la información periodística, precisamente guiada hacia esos valores.
A través
de los diferentes estudios y observaciones, podemos llegar a la conclusión de
que no resulta ético que los informativos y los programas dirigidos a la
infancia empleen la publicidad a través de sus espacios. Hecho atribuible a la
promoción que ejercen los informadores del grupo de comunicación al que
pertenecen o de los contenidos de la cadena. En primer lugar por dar apariencia
de noticia a un acontecimiento que carece de esta propiedad y, en segundo
lugar, por tratarse de una estrategia que pretende ganar audiencia y por
consiguiente, acumular beneficios.
Estas prácticas resultan más alarmantes, en el caso de la promoción a través de espacios dedicados a
los niños que son emitidos como espacios educativos y de entretenimiento. A
ciertas edades, el desarrollo cognitivo del menor está incompleto por lo que le
es muy complicado discernir la verdadera intención de la publicidad.
Sin embargo, lo
cierto es que la publicidad se encuentra presente en todos los espacios hasta
alcanzar aquellos programas cuya ética contraviene sus intereses. Tanto es así
que a lo largo de los años, la UE se ha visto obligada a abordar el problema y a
crear directivas que regulen el uso de la publicidad. La Directiva 2007/65/ce del Parlamento
Europeo y del Consejo de 11 de diciembre de 2007 en su artículo 3 dice “no
se patrocinarán los noticiarios ni los programas informativos de actualidad.
Los Estados miembros podrán optar por prohibir que se muestre el logotipo de un
patrocinador en programas infantiles, documentales y programas religiosos.”
Tal y
como asegura Jaime Andréu Abela de la Universidad de Granada en "Infancia, socialización familiar y nuevas formas de comunicación" “para los niños,
según diferentes estudios realizados, se puede asegurar, que al cabo del año
están más tiempo frente al televisor que frente a los padres o a los maestros
en el aula. Tal situación tiene un claro efecto socializador, planteándose que
una buena parte de la construcción social de la realidad está determinada por
los medios de comunicación masiva”, lo que significa que estos funcionan como
un instrumento socializador y transmisor de cultura. Su importancia para la
construcción actual de la sociedad ha alcanzado tamaña influencia que dejarla
en manos de los objetivos mercantiles significaría crear en cierta medida, una
cultura mercantil. Y según los estudios de Mª Esther del Moral Pérez, estos
suelen enseñar una visión centrada en el consumo de satisfacciones sin dar la
posibilidad a la existencia de otras opciones para alcanzar el bienestar, que
al fin y al cabo, es la descripción del esquema social en el que nos
encontramos ahora: una sociedad en la que el capitalismo ya no es solo un sistema económico, sino que
alcanza a la psicología, a la política y al ser humano en su totalidad.
WEBGRAFÍA
DEL MORAL
PÉREZ, M. “La publicidad indirecta de los dibujos animados y el consumo
infantil de juguetes” http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/871/b11466959.pdf?sequence=1
INFORME ECONÓMICO
CMT 2012: http://www.cmt.es/c/document_library/get_file?uuid=a4c196d7-a056-415a-9bcb-7bb88d3daca4&groupId=10138
La ciencia
es noticia, “La publicidad integrada en
los programas de televisión es más eficaz que los anuncios tradicionales” http://www.agenciasinc.es/Noticias/La-publicidad-integrada-en-los-programas-de-television-es-mas-eficaz-que-los-anuncios-tradicionales
BARÓMETRO
DEL CIS 2013: http://datos.cis.es/pdf/Es2981mar_A.pdf
Segarra Saavedra,
Jesús y PLAZA NOGUEIRA, Alberto, “Actualización del estudio sobre el
emplazamiento publicitario en series españolas. El caso de El Internado.” http://www.ae-ic.org/tarragona2012/contents/comunicacions_cd/ok/16.pdf
Directiva 2007/65/ce del Parlamento Europeo y del Consejo de 11
de diciembre de 2007: http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX:32007L0065
ANDRÉU
ABELA, Jaime, “Infancia socialización familiar y nuevas tecnologías de la comunicación”: http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/156/b15148312.pdf?sequence=1
PÉREZ YUSTE, Antonio, "Baird y Jenkins: pioneros de la televisión mecánica" http://www.coitt.es/res/revistas/Antena166_15_Television.pdf
FARIAS BATLLE, Pedro y ROSES, Sergio, "La crisis acelera el cambio del negocio informativo" file:///C:/Users/pc1/Downloads/12396-12476-1-PB.PDF
Esther García Santos
Rosa Pérez Gisbert
2ºC de Periodismo
Efectivamente, el desarrollo de las nuevas tecnologías y el rápido avance de estas sobre todos los sectores de la sociedad, ha contribuido a que la comunicación se convierta en el fenómeno social del siglo XXI. Ya es difícil encontrar a alguien que no disponga de ningún perfil en las redes sociales o que no esté al tanto de las novedades que nos bombardean día a día.
ResponderEliminarEsto no tendría que ser una mala noticia si la calidad de la información que recibimos no se viese sesgada por razones económicas, pero tanto medios de comunicación como redes sociales, se encuentran actualmente muy condicionadas por la financiación que reciben de la publicidad.
El hecho de que las empresas dediquen su tiempo a investigar diversos modos de publicitar las marcas, en vez de tratar de mejorar la calidad del producto informativo que ofrecen, deja en entredicho los valores éticos y morales de todos los profesionales de la comunicación, lo que nos perjudica gravemente a quienes aspiramos a ejercer la profesión periodística en un futuro no muy lejano.
Por su parte, la publicidad, debido al gran capital económico que maneja, ha dejado de constituir una forma de marketing para convertirse en una herramienta que ha degradado el nivel de confianza del ciudadano en los medios. Ahí es donde debemos actuar de manera tajante y, por ello, considero esencial trabajar para recuperar la transparencia que ha de ser intrínseca a todos los sectores que se dedican a informar a los ciudadanos, así como la confianza por parte de la sociedad hacia los medios de comunicación. En el caso contrario, el capitalismo no tardaría en destruir por completo aquellos valores que sirven de pilar fundamental a la comunicación: veracidad, objetividad, concisión, transparencia, etc.
BRENDA ESPASANDIN HERMIDA 2ºC
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante la entrada.
ResponderEliminarLa verdad es que no somos conscientes de la cantidad de publicidad que se presenta delante de nuestros ojos cada día. Con la televisión, las marcas vieron, en los años 60, un modo de llegar al consumidor (alejándose del punto de venta). Una televisión era "un punto de venta en cada casa". Esto supuso una completa revolución.
Hoy, con las nuevas tecnologías y redes sociales, la publicidad no ha abandonado la televisión. Ahora, se complementa con la redes. No debemos olvidar que la publicidad es la principal fuente de negocio de los medios.
En la actualidad, ya nos hemos acostumbrado a que nuestros actores y presentadores anuncien en televisión productos. Muchas veces, incluso, dentro del propio argumento del programa. En la televisión actual, pese a que ocupan gran parte de la parrilla televisiva, el spot publicitario tradicional ya ha pasado a la historia: ahora, interesa más que la actriz del serial de la tarde de Antena3 anuncie el ya famosos colchón LoMonaco.
Por ello, debemos tomar una actitud crítica ante esta situación y ser conscientes del débil límite entre la publicidad y lo que no es publicidad. En muchas ocasiones, no nos damos cuenta de esta distinción.
José Miguel Mancheño Lominchar - 2ºC Periodismo
Estoy de acuerdo con la entrada y con los comentarios de mis compañeros. A pesar de que soy pro publicidad ya que es un ámbito que me gusta bastante, coincido con vosotros.
ResponderEliminarLa saturación publicitaria ha llevado a los anunciantes a buscar nuevas formas más o menos intrusivas para el cliente. Creo que incluir contenido publicitario dentro de ciertas publicaciones o programas como, por ejemplo, los patrocinios en los espacios informativos, hace que pierdan credibilidad pero sobre todo y, bajo mi punto de vista, seriedad.
A pesar de los cambios en el Reglamento de desarrollo de la Ley General de Comunicación Audiovisual que se generan (el último a principios de este año) sigue siendo necesaria la regulación y el establecimiento de ciertas restricciones con respecto a la comunicación comercial televisiva. Por no hablar de la publicidad invasiva en Internet que mencionáis en el post. Para mí siempre ha sido bastante molesta así que utilizo varias aplicaciones para intentar disminuirla en la medida de lo posible. AdBlock o Evernote Cleary son algunas de ellas.
Saludos
Celia Sánchez Alvarado
2º D. Periodismo
Tremenda entrada, llena de datos, referncias y buenas ideas.
ResponderEliminar