martes, 27 de mayo de 2014

Los límites los pones tú

¿Dónde está el límite entre lo público y lo privado? ¿Cambia nuestra forma de comunicarnos si sospechamos que estamos siendo espiados o vigilados?

“Lo que no se cuenta no existe”. Parece que la frase periodística no ha sido aplicada sólo por los que ejercen dicha  profesión, ya que la fiebre de compartir información personal en las redes sociales ha traspasado límites, y ha invadido a millones de personas alrededor de todo el mundo. La comunicación es un acto primitivo que ha hecho que las personas seamos seres sociales por naturaleza.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la privacidad es “el ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión”. En la era de las redes sociales y la vigilancia masiva, la privacidad se ve cada vez más como una excepción y no como un derecho. Se dice que ésta ya no es importante o necesaria y que, para que sea segura, productiva y eficaz, tenemos que dar información sobre quiénes somos, qué hacemos y con quiénes nos juntamos a determinadas personas que se supone que están allí para protegernos.
Las fronteras de la privacidad no están definidas. Un límite adquiere un significado diferente para cada persona. La responsabilidad de mantener los actos personales fuera de la vista del público o de controlar la información propia, es responsabilidad de cada individuo. ¿Qué ocurre cuando el límite se sobrepasa? 



Un estudio elaborado por la Universidad de Carolina del Sur asegura que, ya sea a través del correo electrónico, redes sociales o dispositivos móviles, intercambiamos el equivalente a la información que contienen seis periódicos, por persona y día.
Actualmente la privacidad no tiene la importancia que debería. Si estás comiendo algo apetitoso, le sacas una foto y lo subes a Instagram. Si estás contento, triste o te ha pasado algo que consideras que es interesante, lo compartes en Twitter. Si quieres que todos tus amigos vean lo bien que te lo pasaste en una fiesta, subes una foto con su correspondiente comentario a Facebook. Si se te ha ocurrido una idea original, la subes a Pinterest y si te quieres ahorrar la indecisión a la hora de elegir la red social, directamente te haces un selfie (autofoto) y lo publicas en todas las anteriores, acompañándolo de la  ubicación del lugar donde te la sacaste.

Existe también el problema de la suplantación de la identidad. Cuando queremos participar en una red social, lo primero que hacemos es proporcionar nuestros datos incluyendo nuestro correo electrónico, y es por este motivo que algunos usuarios deciden crear un correo alternativo para inscribirse, pero el problema está cuando se va un poco más allá, y no solo el correo es falso, sino también la foto y los datos personales, suplantándolos por lo de otro usuario sin el debido permiso. En este caso, se estaría violando el artículo 18 de la Constitución Española y además podría ser penado por la ley y con castigo de cárcel de hasta 3 años, según el artículo 401 del Código Penal. 


Pero, ¿No vemos el riesgo de lo que todo esto supone? El problema está en que sí lo vemos, y que aun así, seguimos haciéndolo. Cada persona que comparte su vida en las redes sociales sabe que todo está controlado por un “gran hermano”, por el ojo que todo lo ve, como decía George Orwell en su libro “1984”.  El problema reside en la poca importancia que le damos a este matiz, sin llegar a pensar en las tremendas consecuencias que esto puede llegar  tener.
Un ejemplo claro nos muestra este video, en el cuál un adivino sorprende a un grupo de personas con los detalles que conoce sobre sus vidas supuestamente a través de la magia y de la adivinanza sobrenatural. Finalmente, se descubre que no sólo el adivino podría conocer todos esos datos, ya que toda la información que había obtenido había sido a través de las redes sociales, y así les muestra lo peligroso que puede resultar el flujo de información online.  


O por ejemplo, este otro caso, donde se aprecia  cómo el cómico estadounidense Jack Vale sorprendió a varios extraños en el lugar donde se encontraban, simplemente geolocalizándolos a través de sus tweets.


Se hace raro pensar que hasta hace unos años no compartíamos toda esta información. Anteriormente la vida privada podía no ser escondida, pero sí protegida.
La moda de publicar la vida privada ha llegado hasta personajes famosos, que no reparan en publicar a cada instante aspectos de su vida íntima en las redes sociales. Por ejemplo, Giselle Bündchen amamantando a su hija mientras el equipo de maquillaje le prepara para una nueva sesión fotográfica.




Otro ejemplo es el de Madonna, que publicó en su Instagram una foto de su hijo menor de edad,  de 13 años,  con una botella de alcohol, acompañado de otros dos amigos, con el título: “La fiesta ha comenzado”

A estos ejemplos añadimos casos demasiado extremos donde la vida privada pasa a ser completamente pública. Es el caso de reality shows como Gran Hermano, donde instalan cámaras las 24 horas del día en una casa para grabar cómo es la convivencia de  un cierto grupo de personas, o Supervivientes, donde la metodología es la misma, sólo que cambian el escenario por una isla desierta. Además, en Youtube podemos encontrar innumerables casos de videbloggers como esta familia, los Shaytards, que graban cada día de sus vidas y lo cuelgan en la conocida página web. 


Sin embargo, la información no se puede obtener simplemente a través de las redes sociales. Aquí tenemos el ejemplo de como la NSA (National Security Agency) es capaz de espiarnos no solo a través de aplicaciones para intercambiar mensajes, como Whatsapp o Line, si no también con juegos que creemos banales, como es el caso del famoso juego Angry Birds.

http://www.publico.es/internacional/498282/la-nsa-te-espia-mientras-juegas-al-angry-birds



Otro caso de espionaje de datos personales es el de Google, a través de su correo Gmail. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) denunció en 2008 a Google, por el espionaje de los mensajes recibidos o enviados por los usuarios, ya que según el contenido, Google te ofrece una publicidad personalizada; es decir, los mensajes no son tan privados como creíamos. 

https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=2653

Por último, aquí os dejamos el enlace de un reportaje muy recomendable de RTVE del día 17 de mayo de 2014, donde se puede comprobar como el uso de la red social Facebook ha llegado a cambiar la vida de muchas personas de una manera inesperada. Desde que esta red social se hizo tan masiva y las generaciones empezaron a tenerlo como recurso “natural” para su sociabilización, la exposición voluntaria sobre la vida privada va en aumento.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-disparates-facebook/2568773/


Y recordemos, lo que no se cuenta o no se comparte,  sí existe.



Webgrafía:














Estefanía Fernández   
Itziar Tabares
2C




10 comentarios:

  1. Me ha gustado el tema que habéis elegido para vuestra entrada ya que es actual y muy frecuente en la sociedad.
    La intimidad se define como aquellos actos y sentimientos que se mantienen fuera del alcance público. La concepción de esta palabra no existe actualmente en la conciencia de la mayoría de las personas.

    Pienso que tenéis razón respecto a la falta de intimidad que tenemos como consecuencia de nuestros propios actos. Publicamos nuestra vida a veces sin pensar en que no solo lo pueden ver nuestros amigos sino todo el mundo.

    Esto es un verdadero peligro, puesto que como habéis dicho, la suplantación de la identidad se está convirtiendo en una acción cada vez más usual y seguimos publicando nuestras intimidades a pesar de ver el gran riesgo que nos puede acarrear en nuestra vida.

    En mi opinión, la sociedad está muy influida por el sistema y por la moda de las redes sociales. Tenemos la necesidad de que la gente se entere de lo que estamos haciendo en cada momento bien por dar envidia, dar de que hablar, o simplemente por conseguir popularidad, cuando en realidad, lo que estás logrando es una nula vida propia, íntima y personal.

    Virginia Gómez 2*c

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    1. Estamos de acuerdo contigo, Virginia. Aunque la mayoría de nosotros seamos conscientes del riesgo que puede suponer colgar ciertos datos personales en las redes sociales, no cesamos la subida de información. Creemos que este tema puede ser un arma de doble filo, y que algún día puede repercutir en nuestra vida con pésimas consecuencias, como explica el vídeo de la noche temática sobre la red social Faceebook.

      Itziar Tabares y Estefanía Fernández
      2C

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con la exposición del tema.

    Tal vez esa sea la palabra clave: el límite, los límites. Existe un millón de maneras en que Internet puede resultarnos útil, eficiente y divertido. Sin embargo, hemos necesitado años para darnos cuenta de la amenaza para la privacidad que implica el hecho de que cada vez sean más los que tenga menos problema en proporcionar alegremente información online sobre sí misma. Por otra parte, en mi opinión los derechos de privacidad siguen siendo mares desconocidos en el océano de la protección de los individuos. Nuestro sistema legal es mucho más eficiente protegiendo los derechos de propiedad que el derecho a la dignidad, como es el caso de la privacidad. Un individuo puede demandar a alguien por desvelar públicamente un hecho privado. Pero los individuos que son miembros de redes sociales, están asumiendo riesgos al enviar información íntima sobre ellos mismos. El gran obstáculo para aquellos que inician demandas sobre información en la Red es que es difícil reivindicar que esa información es privada; quizás incluso para reivindicar tendría que ser extremadamente ofensiva.


    Ángela Tanit Sandoval,
    2º C

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    1. Tienes toda la razón. Es cierto que es muy difícil llegar a concluir una demanda satisfactoriamente y con el resultado que se espera en los casos de información en la red. Un problema muy habitual, es que muchas veces no leemos la letra pequeña de las políticas de privacidad de muchas paginas web o redes sociales donde adjuntamos nuestros datos personales. Darle al botón de "Aceptar" sin haber leído previamente puede suponer mucho a largo e incluso a corto plazo.

      Por eso, como dice el título de nuestra entrada, los límites los pones tú. Los únicos responsables de hacer pública o privada nuestra información personal somos nosotros.


      Itziar Tabares y Estefanía Fernández
      2C

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Lo de la privacidad es un tema que no me acaba de llamar excesivamente la atención porque es cierto que puede ser muy arriesgado pero si se utiliza mal, como TODO.

    Me explico: ¿cuál es el problema de publicar el plato que te estás comiendo o el lugar a donde fuiste de fiesta la noche anterior? El único problema que veo es que estás aportando a los demás una información que probablemente no le interese lo más mínimo. Pero si a ti no te importa que la gente sepa que ayer cenaste un bocadillo de tortilla en el bar de tu barrio no veo ningún inconveniente más.

    Por ejemplo, en el vídeo (ante en el que muestro bastante escéptico, por cierto) el "vidente" adivina que una chica tiene dos mariposas tatuadas en la espalda. Mi reacción ante eso fue: "¿y qué?". Esa chica habrá subido una foto a facebook de su tatuaje porque no le importaría que la gente lo viese, como muchas otras personas muestran sus tatuajes por la calle, piscinas o playas.

    Otro caso bien distinto es el de las cuentas corrientes y demás temas económicos que aparecen en el vídeo que sí son bastante graves, pero como digo al principio, eso se debe a un uso equivocado de las redes sociales. Y creo o quiero creer que ese uso tan penoso no es el común entre los usuarios de estas plataformas.

    Con esto no quiero decir que el post no me haya gustado, al contrario, solo que no comprendo tal alarma social con el tema de la privacidad en las redes sociales. Y no sé si es porque dicha alarma social es exagerada o porque yo no soy capaz de ver la magnitud del problema. Supongo que será lo segundo.

    Todo lo dicho anteriormente no quita que me parezca muy absurda esta moda de publicar en todo momento lo que se está haciendo. Publicar una opinión sobre una peli que acabas de ver, dar tu punto de vista sobre alguna noticia de actualidad o subir una foto de la excursión a la montaña está bien, pero compartir una foto de tu desayuno todos los días, ¿aporta algo?

    Raúl Jorge Rodríguez 2ºC

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    1. Compartimos tu opinión, Raúl. El problema no es grave cuando la información que subimos a las redes sociales es tan banal como publicar una foto de un plato de comida. El problema empieza a adquirir importancia cuando nos dejamos llevar en dichas redes y subimos demasiada información, como es el caso del vídeo del vidente, donde habían llegado a subir hasta información de sus cuentas bancarias. Detalles tan simples como subir la ubicación del lugar donde te encuentras en ese preciso instante puede ser un gran peligro, porque como se explica en el enlace del cómico estadounidense Jack Vale, es muy sencillo poder geolocalizarte a través de Twitter o demás redes sociales.

      Además, en cuanto a tu pregunta de si aporta algo subir una foto de, por ejemplo, un simple desayuno, estamos de acuerdo contigo en que la mayoría de gente verá absurdo este tipo de publicación, salvo que hay otro sector viciado y enganchado a este tipo de redes sociales para el que publicar lo que hacen a cada instante se ha convertido en un tipo de obsesión, de necesidad, de droga.. Ahí es donde empieza uno de los grandes problemas del mal uso de la red.

      Itziar Tabares y Estefanía Fernández.

      2C

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  5. Hay que ir con cuidado a la hora de hablar de intimidad: cuesta pensar que Madonna o Gisele Bundchen hayan puesto la foto sin querer. Son personajes público que necesitan alimentar a sus legiones de fans ( a los que, me pregunto yo, no sé que les aporta ver a cada una en su cotidianidad)

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  6. Esta claro que es un peligro al que nos exponemos constantemente cuando usamos las redes sociales pero hay que decir que el límite últimamente se está sobre pasando con algunos de los casos que han estallado en el terreno de la política y que nos afectan directamente. Una cosa es publicar una foto en Facebook sabiendo que cualquier persona puede verla, y otra muy distinta es que nos espíen en medios que supuestamente son privados, como nuestro correo electrónico.

    En mi opinión la legalidad debería adaptarse a los nuevos tiempos y defender a los ciudadanos en el terreno informático antes de que sea demasiado tarde, el problema es que internet cuenta con las herramientas necesarias para construir y destruir "muros" a partes iguales. Por lo que se trata de un tema escabroso y que habría que destacar como una cuestión principal y no secundaria, se debería actuar además de comentarlo.

    En definitiva, estoy más de acuerdo con la segunda parte que desarrolláis en el blog que con la primera. Pues en las redes sociales subimos información a sabiendas de que puede ser vista, pero en el ámbito privado no. Saludos!!

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