-En clave internacional-
Introducción
Parece que
azota en todo el mundo una crisis, que dejando a un lado las razones económicas,
se debe a la ruptura de las bases morales de la sociedad. En los países en los
que esto se hace notar más, vemos guerras, revoluciones, malestar general,
pobreza, hambre e, incluso, muerte. Son ejemplo de esto Siria, Afganistán,
Israel, Palestina o la reciente crisis en Ucrania. Basándonos en esta última,
tiene gracia darse cuenta de que la mayoría de la gente se informa sobre el
conflicto entre este país y Rusia a través de twitter y, en concreto, gracias a
‘Principia Marsupia’ (@pmarsupia), antes que echando un vistazo a los medios de
comunicación convencionales como son la prensa, la televisión o la radio. Bajo
su extraño nombre en la red social, Principia Marsupia, encontramos a Alberto
Sicilia, un doctor en física teórica que decidió viajar a Ucrania para informar
desde allí de los conflictos y de todo lo que ocurre en las calles. ¿Por qué la gente está prefiriendo esto a
los medios tradicionales?
La doble peligrosidad del oficio
No podemos
escribir sobre periodismo de guerra sin hablar sobre los protagonistas, los profesionales
del periodismo que acuden a países en guerra con su propio cuerpo y se juegan
la vida para que los que estemos en nuestro país podamos estar bien informados.
Dos claros ejemplos del peligro que se corre al ser periodista de guerra, son
Ricardo García Vilanova y Javier Espinosa. Éste último, periodista y corresponsal
del periódico El Mundo en Oriente Próximo; el primero, fotógrafo. Ambos fueron
secuestrados el 16 de septiembre en el checkpoint de Tal Abyad, en la provincia
de Taqqa, por el Estado Islámico de Irak y Siria cuando trataban de abandonar
Siria tras dos semanas cubriendo el conflicto.
En Siria,
Javier Espinosa, vivió un momento realmente difícil el cual no va a olvidar
jamás. Un proyectil acababa con la vida de una periodista reconocida y un
fotógrafo, en la habitación justo al lado con la de Espinosa. Así, un muro
salvó su vida. Tras este fatal accidente, su vida corría peligro y se echó a
correr, huyendo de la situación en la que seencontraba. Finalmente logró
ponerse a salvo al llegar a Líbano.
La situación
de Ricardo García Vilanova no se encuentra muy lejos de la de Espinosa: es un
fotógrafo especializado en zonas de conflicto, y sus imágenes hablan por sí
solas: hablan de la tragedia que se vive en las guerras. Realmente, es un
trabajo que no está bien reconocido: sólo los propios periodistas que viven las
guerras en su propia carne, saben el temor que se pasa al cubrir un conflicto,
el miedo de ser vigilado y asesinado en una milésima de segundo. La gente no ve
más allá de las noticias que se salen en los telediarios, no saben que los
periodistas de guerra se juegan su vida estando en lugares tan peligrosos. Sin
embargo, sólo se percatan de la situación cuando la portada de todos los
periódicos es: “muere de un disparo en la cabeza un periodista en la guerra de
Siria” o algo por el estilo. Entonces, a partir de ese momento se les puede
llegar a pasar por la cabeza que sí, que efectivamente es un trabajo durísimo y
que muy poca gente profesional querría arriesgarse a vivir.
Gracias a
testimonios como los de Espinosa y Vilanova podemos acercarnos un poco más a la
realidad de lo que se vive al estar tan lejos de tu familia y hogar cubriendo
las noticias de guerra.
Pero el
peligro que atribuimos al periodismo de guerra y al periodismo internacional no
es solo el que corre la vida de los profesionales. También hay un peligro algo
menos conocido, el de que la gente no esté bien informada. Es un tópico ya
mencionar la frase de “Sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no
hay democracia”, sin embargo, creemosque es idónea para explicar esta idea. Cuando se
manipula la información desde arriba o cuando se carece de medios económicos
para tener gente fuera de España para que nos informe sobre los sucesos que
acontecen, la información en los medios es de peor calidad. Esto causa que la
gente esté desinformada y que se desconozcan o se tergiversen ciertos temas.
Por lo tanto, se puede cambiar o configurar la opinión pública que, al fin al
cabo, en los países democráticos como en el que vivimos, es de vital importancia para que el día de mañana los
ciudadanos digan que sí o que no en las urnas.
Crisis del periodismo
internacional
El
periodismo, sin duda, está sufriendo la crisis económica, a la que se suma la
crisis de los medios de comunicación y el cambio de modelo. Las ventas de los
periódicos caen, falta facturación publicitaria y esto hace que haya que
ajustar el presupuesto de las editoras de periódicos. Gente que aportaba
calidad al periódico deja de escribir para él o carece de sus propios medios
para poder hacerlo con la solvencia necesaria. Los periódicos deciden elaborar
sus contenidos basándose más en las agencias y en noticias enlatadas. Esto
podemos comprobarlo leyendo una misma noticia en diferentes diarios online,
todos tienen una gran base similar.
Si esta
clase de periodismo, periodismo desde la redacción, noticias del día a día de
nuestro país, están sufriendo la crisis, podemos hacernos una idea de cómo la
está padeciendo el periodismo internacional. Mikel Ayestaran, licenciado en
periodismo y periodista multimedia en países como Afganistán, Siria o Libia
explica en el libro Queremos saber que “ha aumentado el números de
corresponsales low cost (sin contrato
con la empresa y cobrando a la pieza, y a los que muchas veces no se les pagan
los gastos de cobertura). También hay otro ángulo que no se puede perder de
vista, y es que la pérdida de peso específico de los temas internacionales en
la prensa española es directamente proporcional a la pérdida de importancia de
nuestro país en la arena internacional, que ahora se limita a hacer una
política continuista de la Unión Europea sin ningún tipo de personalidad
propia”.
Pilar
Requena, otra de las autoras del libro ya mencionado, periodista en TVE desde
1987 y reportera del programa En Portada, explica que “se privilegia entrar en
directo en un informativo determinado, en vez de llegar al lugar de los hechos
lo antes posible”. Una de sus experiencias que ella misma califica como más
frustrante en sus relaciones con la cadena pública, la cuenta en este libro.
“Te encuentras a una hora de vuelo más unas tres en coche del lugar donde han
matado a Bin Laden (la noticia del año y quizás de los últimos años), cuentas
con billete y visado, pero has de quedarte en Kabul porque así se garantiza dar
sensación de despliegue en el primer telediario aunque estás en un país vecino
y no en el lugar de la noticia. A continuación puede ocurrir que de repente les
entren las prisas y quieran que estés ya en el sitio al que te han impedido
anteriormente trasladarte. Pero entonces ya no hay vuelo directo. Y te
preguntan si puedes coger taxi y cuánto tardarías. Por supuesto, no han pensado
que hay que atravesar el paso de Khyber y las áreas tribales de Pakistán para
ir de Kabul a Islamabad. Contestas que puedes tardar un día o dos, o un mes o
dos, o tres o más, o un año, o una eternidad si nuestros secuestradores deciden
matarnos.”
Algunos
periodistas buscan alternativas y deciden hacerse reportaero freelance, aquellos que trabajan por cuenta propia y de
forma autónoma. El problema, desgraciadamente como casi siempre, es el dinero.
Para hacer periodismo internacional se necesita dinero. Mayte carrasco,
freelance y reportera de guerra nos explica esta idea con ejemplos de su vida
profesional. “No llevar suficientes fondos a una guerra aumenta el riesgo de
morir; eso es un hecho. (…) Dejarte en casa el chaleco antibalas y el casco
porque el empleado del mostrador de embarque te va a pedir trescientos euros
por sobrepeso en tu equipaje, que no tienes, significa renunciar a unas prendas
básicas que pueden salvarte la vida. No poder cruzar una frontera a tiempo
porque no llevas dinero de soborno para pagar al tipo de turno, puede suponer
un balazo”.
Entrevista a Pablo Sapag
Para hablar
sobre estos temas y sobre aspectos específicos del periodismo en una contienda, hemos
entrevistado a Pablo Sapag, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias
de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, que además también es periodista y ha trabajado
como corresponsal o enviado especial en Albania, Kosovo, Macedonia, Bosnia,
Afganistán, Tayikistán, Paquistá, Argelia, Ulster, Oriente Medio o México,
entre otros.
Conclusión
Nuestra opinión es bastante clara al respecto, si añadimos a que las empresas de comunicación reduzcan gastos de viajes, estancias o dejen de pagar a traductores, el frenesí que provoca que se trabaje a partir de copiar y pegar informaciones en vez de estar en el lugar de los hechos y hablar con los protagonistas de las historias, la calidad informativa de los medios de comunicación se verá mermada. Si añadimos el peligro que supone enfrentarse a este oficio sin apoyo económico suficiente de un medio, obtendremos una conclusión bastante amarga. Cada vez se informa peor sobre las guerras en los medios de comunicación y optamos, como se ha enunciado al principio del post, por seguir las noticias a través de gente valiente que se juega la vida día a día sin apoyo y sin el dinero necesario para trabajar con una mínima seguridad.
Webgrafía:
Bibliografía:
- Libro: “Queremos saber. Cómo y por qué la crisis del periodismo nos afecta a
todos”. Autores: Mikel Ayestaras, Cecilia Ballesteros, Mac Bassets, Mayte
Carrasco, Javier Espinosa, Enric González, David Jiménez, Ramón Lobo, Javier
Martín, Mónica G. Prieto, Pilar Requena, Ramiro Villapadierna.
Joia Enrich Benejam
Antía Rego García
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