jueves, 24 de abril de 2014

¿Qué diferencia la argumentación de la seducción?

  
 Dos conceptos íntimamente ligados en el proceso de comunicación; ¿adquieren un significado igual o diferente?

Argumentación y seducción son dos términos fáciles de confundir a la hora de comunicarse ya que ambos métodos utilizan un sistema parecido para atraer al receptor. En primer lugar, para diferenciar ambas palabras de forma teórica vamos a recurrir a las definiciones de la Real Academia Española (RAE).

http://www.rae.es/
    
  La argumentación es la acción de argumentar y es el razonamiento que se emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a alguien de aquello que se afirma o se niega.
     
La seducción es la acción y efecto de seducir. Es engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo o también atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual.

LA ARGUMENTACIÓN Y SEDUCCIÓN COMO PODER DE LA PALABRA

    
  El texto argumentativo tiene como objetivo expresar opiniones o rebatirlas con el fin de persuadir a un receptor. La finalidad del autor puede ser probar o demostrar una idea (o tesis), refutar la contraria o bien persuadir o disuadir al receptor sobre determinados comportamientos, hechos o ideas.
   
  La argumentación, por importante que sea, no suele darse en estado puro, suele combinarse con la exposición. Mientras la exposición se limita a mostrar, la argumentación intenta demostrar, convencer o cambiar ideas. Por ello, en un texto argumentativo además de la función apelativa presente en el desarrollo de los argumentos, aparece la función referencial, en la parte en la que se expone la tesis.


      La argumentación se utiliza en una amplia variedad de textos, especialmente en los científicos, filosóficos, en el ensayo, en la oratoria política y judicial, en los textos periodísticos de opinión y en algunos mensajes publicitarios. En la lengua oral, además de aparecer con frecuencia en la conversación cotidiana (aunque con poco rigor), es la forma dominante en los debates, coloquios o mesas redondas.
http://www.materialesdelengua.org/LENGUA/tipologia/argumentacion/argumentacion.htm

     
     Tanto la capacidad de persuadir como la de disuadir por medio de las palabras nacen en un argumento inteligente que se dirige a otra inteligencia. Su pretensión consiste en que el receptor lo descodifique o lo interprete, o lo asuma como consecuencia del poder que haya concedido al emisor. La persuasión y la disuasión se basan en frases y razonamientos, apelan al intelecto y la deducción personal. Plantean unos hechos de los que se derivan unas consecuencias eventuales negativas que el propio interlocutor rechazará, asumiendo así el criterio del emisor. O positivas, que el receptor deseara también. Por pequeña que parezca, siempre se crea una desconfianza ante los intentos persuasivos, reacción que se hará mayor o menos dependiendo del carácter de cada persona y según la intensidad del mensaje.
      
     La seducción parte de un intelecto, si, pero no se dirige a la zona racional de quien recibe en el enunciado, sino a sus emociones. Y sitúa en una situación de ventaja al emisor, porque este conoce el valor completo de los términos que utiliza. No se basa tanto la seducción en los argumentos como en las propias palabras, una a una. Su valor connotativo ejerce aquí una función sublime. No apela a que un razonamiento se comprenda, sino a que se sienta. Seduce así la naturaleza de las palabras y permiten al ser humano conocer su entorno mediante las sensaciones. Ante determinadas palabras los mecanismos internos del ser humano se ponen en marcha con estímulos físicos que desatan el sentimiento de aprecio o rechazo, independientemente de los teoremas falsos o verdaderos. La seducción parte de las connotaciones, de los mensajes entre líneas más que de los enunciados que se aprecian a simple vista. La seducción de las palabras busca el significante del sonido, que se percibe por los sentidos y termina, por tanto, en los sentimientos.

      
     El significado histórico de la palabra “seducir” lleva un sentido peyorativo: Engañar con arte y maña, persuadir suavemente al mal”. No se refleja en el diccionario la seducción que puede ejercer un paisaje, o la seducción de un vendedor ambulante que proclamaba la eficacia de sus remedios.  Actualmente aparece como: “Embargar o cautivar el ánimo”. La seducción sirve para fines positivos como negativos, así la entendemos ahora. Pero, en cualquier caso, se produce sin fuerza ni obligación, de modo que el receptor no advierta que está siendo convencido o manipulado, para que no oponga resistencia. El receptor  las habrá descubierto intuitivamente, siendo nublado por el idioma, pero el emisor las pronunciará con plena responsabilidad.

Realizado por: Santiago Pérez Payá y LuisVelasco Rodríguez-López

1 comentario:

  1. La entrada habría ganado peso si hubiese algún ejemplo para "aterrizar" vuestras ideas, que suenan bastante abstractas. Echo de menos una mínima explicación sobre los diferentes mecanismos de la seducción y de la argumentación, que es lo que hace que una frase sea argumentativa o seductora.

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