Informar es aquella
acción a través de la cual una persona da cuenta de algún hecho, evento,
acontecimiento, a otra que lo desconoce, es decir, nos pone en conocimiento de
alguna noticia. En cambio, la publicidad es una forma de comunicación comercial
que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio a través de los
medios de comunicación y de técnicas de propaganda. Por ello, se podría decir
que la información y la publicidad no deberían ir juntas, puesto que si la primera
lo que pretende es dar a conocer un hecho veraz, dar a conocer, lo que la
segunda pretende es simplemente convencer, convencer de que aquel producto que
se pretende vender es el mejor sin ninguna duda.
El dilema que se nos
plantea es que la línea que divide a estas dos, información y publicidad, es
muy fina. En la actualidad, y gracias a nuestra incorporación a la UE y con
ello el hecho de tener que asumir la legalidad comunitaria, este tema está
mucho más regulado.
El hecho de que en un
informativo no se pueda poner publicidad o la obligación de señalar los
Emplazamientos Publicitarios (EP), le sirve al espectador para poder entender
que lo que está viendo está libre de publicidad, que no se le pretende engañar
y que la información que se le está contando es veraz.
Con lo cual, la
ciudadanía debería confiar al cien por cien en el periodista a la hora de
recibir la información, puesto que su deber fundamental es descubrir,
investigar los hechos para publicarlos de forma fidedigna y verificable. El problema
que se nos plantea, no obstante, es cuando estas mismas personas, portadores de
la verdad y de la confianza del ciudadano, presta su imagen para la publicidad,
aprovechándose de la imagen de credibilidad y veracidad que proporciona el
oficio.
Este caso, en de la
marca Gallina Blanca y el presentador de informativos Pedro Piqueras, es uno de
los más significativos. En este caso se puede ver al presentador dando fe de
que dicho producto es 100% natural y poco más de que es el único del mercado.
Pero, ¿qué pasaría si se descubriese que dicho caldo contiene X trazas de
químicos que son perjudiciales para las personas y causase una importante
infección en las personas que lo consumen? P. Piqueras tendría que elegir, dar
la información y quedar mal con la marca o callar y quedar mal con sus
espectadores. Y aun más, ¿cómo reaccionaría la audiencia a partir de entonces?
Gran parte de la población que ve cada noche sus informativos podrían sentirse
defraudados y pensar que aquello que el presentador vaya a decir no sería del
todo veraz, que está poco menos que comprado. El espectador, al tener una mala
experiencia con la marca en cuestión, no solo podría dudar del periodista que
ha mentido –o prometido en el anuncio más de lo que la marca ofrecía realmente
–, sino que a partir de ese momento, la profesión en general y sus respectivas
funciones se verían cuestionadas, y por consiguiente, la información dejaría de
ser tan valiosa.
Como habíamos dicho
anteriormente, el Emplazamiento Publicitario o Product Placement es una técnica
publicitaria que consiste en la inserción de un producto, marca o mensaje
dentro del transcurso de un programa mostrado, citado o utilizado por los
actores. Quizás el ejemplo más claro o más masivo de empleo de esta técnica sea
la serie de televisión El Internado.
En este capítulo de
la serie podemos llegar a ver hasta 13 veces el EP y en un solo minuto hasta
cuatro. Esto demuestra que la publicidad forma parte de nuestras vidas hoy en
día, y toda empresa busca a publicitar sus productos o servicios a través de los
medios de comunicación, que son los que mayor capacidad poseen para difundir.
La pregunta que nos puede surgir a continuación es la siguiente: ¿Es ético que
los periodistas anuncien productos?
La Federación de
Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) recoge en su código deontológico,
un artículo que dice: “A fin de no inducir a error o confusión de los usuarios, el periodista
está obligado a realizar una distinción formal y rigurosa entre la información
y la publicidad. Por ello, se entiende éticamente incompatible el ejercicio
simultáneo de las profesiones periodísticas y publicitarias".
Asimismo, a principios
del 2012, la Ley General de Comunicación Audiovisual limitó la publicidad
comercial en los espacios informativos, reportajes y programas de investigación,
y reguló el tiempo máximo permitido para patrocinios y telepromociones, haciendo
excepción en los eventos deportivos, donde la emisión de anuncios publicitarios
sigue estando permitida.
Bajo nuestro
punto de vista, el hecho de que un periodista anuncie una marca no es
éticamente correcto ya que en este caso un informador es diferente a un simple
actor: si un actor se equivoca o miente en cuanto al producto o servicio, solo
la marca se verá afectada y asumirá las consecuencias. En cambio, el periodista
arriesga no solo el prestigio de su
propia persona sino de la del resto del gremio.
Este es un
ejemplo donde Susanna Griso, periodista y presentadora, no solo anuncia un
producto, en este caso Actimel, sino que lo hace en el propio plató de
televisión recordando su profesión al espectador.
No obstante, a
pesar de lo que la FAPE recomienda, algunos periodistas opinan que –dejando de
margen los beneficios económicos– son las personas adecuadas para presentar y
promocionar un producto, debido a la credibilidad que pueden ofrecer, tan solo
por ser un “rostro conocido”, y por defecto, un icono de la veracidad
informativa. Asimismo, una empresa siempre va a preferir escoger a una imagen
fiable que proporcione seguridad a la hora de comprar el producto, asumiendo
por supuesto, los riesgo que esta elección supone.
Lo importante,
siempre es conocer el limite entre publicidad e información, respetando en todo
momento la ética periodística.
Elena
Miralles Espinosa
Desde mi punto, pienso igual que vosotras. Un periodista no debería participar en la publicidad. Como bien comentáis la publicidad sirve para convencer a un posible consumidor. Creo que Susana Griso o cualquier profesional de la información no debería mezclarse en hacer publicidad porque son personas muy conocidas. Profesionales en los que confían las personas día a día en sus programas y haciendo estos anuncios pueden quedar muy bien o por el contrario muy mal y perder ellos en su trabajo como periodistas. Pienso que un periodista haciendo publicidad es como un engaño a la sociedad porque todos confían en las personas con prestigio y por lo tanto solo beneficia a las empresas productoras de dicho producto.
ResponderEliminarCelia Cano Molina.
2ºH periodismo
Me parece muy interesante este post.
ResponderEliminarPero me gustaría preguntar, o abrir el debate sobre lo siguiente:
Los periodistas como tal no deben inmiscuirse en temas de publicidad. Ahora bien, ¿qué ocurre con los 'periodistas callejeros'? No han hecho la carrera la mayoría de ellos y se dedican profesionalmente a él. En este caso, digamos de alguna manera, que van a su aire, ¿entonces ellos pueden mezclar publicidad y periodismo? ¿alguien va a luchar contra eso si ocurre? ¿o realmente pueden hacerlo?
Saludos
Natalia Vázquez (periodismo 2ºC)
Sin duda es un asunto bastante difícil ya que, en principio, son aspectos profesionales distintos. Estoy de acuerdo con la conclusión final de este post, lo importante es saber diferenciar el límite que separa información y publicidad.
ResponderEliminarNo estoy en contra de que los periodistas presten su imagen para hacer un anuncio publicitario, siempre que sean conscientes y conocedores del producto que están anunciando y sean consecuentes y responsables de ello, y esto entra en la ética de la propia persona.
Los periodistas elegidos suelen ser presentadores de informativos, no los encargados de informarse y acceder a las noticias, por ello, la credibilidad de un informativo no debería verse afectada
Mónica Gallego Sánchez (2ºD periodismo)
Creo que los ejemplos lo dejan claro: mezclar ficción con publicidad o esta con información no hace más que crear confusión. Y se supone que los periodistas trabajamos para aclarar las ideas, dar luz a los hechos, no para meter más bruma a los asuntos
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa relación que existe entre el periodismo y la publicidad es un debate continuo, que en mi opinión tiene una difícil solución. Es cierto que debe existir una clara diferenciación entre ambos ya que sino se estaría incurriendo en un intento de engaño por parte de los presentadores del producto al público. Además , pienso que incluso con esos límites marcados sigue existiendo un intento de manipulación a los espectadores al usar presentadores de informativos como imagen de dichas marcas. Por lo que creo que sería mucho mejor para la imagen de un periodista no introducirse en el mundo de la publicidad, pero bien ¿que periodista se negaría a anunciar un producto ante una suculenta cantidad de dinero por no verse involucrado en este debate? También se podría sacar una ley que no lo permitiese pero ¿seria justo prohibir que un periodista se involucrase en publicidad?
ResponderEliminarAida Fernández Quintás 2ºD