¿Cómo saber si un
texto es serio o humorístico? ¿Qué sucede cuando ambas cosas se confunden? ¿Es
posible crear textos de humor usando formatos serios?
Humor, tal y como lo define la Real Academia Española, es el
modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico,
risueño o ridículo de las cosas. Entonces, saber si un texto es serio o
humorístico parece muy fácil de distinguir, dado que si el emisor consigue
despertar risa en el receptor, ya ha cumplido con su objetivo. Sin embargo, la
cosa no es fácil como resultaba en un principio.
En el texto del jamaicano Stuart Hall, Codificación y decodificación en el discurso televisivo, dos
términos destacaban por encima de todos: codificación y decodificación. Cuándo
un emisor elabora un texto cómico, dotará al mensaje de códigos y signos que él
y su receptor entienden que pueden ser motivo de risa o burla. El problema
llega cuándo un receptor es incapaz de decodificar los signos correctamente. Si
esto pasa, se llega a un malentendido, provocado por los diferentes
significados que puede adquirir un código, puesto que la realidad en que se
encuentra enmarcadas las personas probablemente sea diferente, y esto hace que
ciertos enunciados no cumplan su objetivo.
Esto suele ser habitual cuándo alguien recibe un texto
emitido por una persona que no comparte una cultura común. Un ejemplo muy simple, pero que muestras esto a la perfección es el siguiente. Dos
amigos, Lukas, que es alemán y Carlos, que es español, van paseando por
la Gran Vía. El alemán es un chico de intercambio, lleva pocos días en España,
y domina medianamente bien el idioma porque lo estudió en la escuela. En un
momento determinado se les cruza una persona muy fea, y el Carlos, para
comentar la situación le dice a su Lukas: “es más feo que el Fari comiendo
limones”. Entonces, el alemán, lejos de reírse se encuentra contrariado.
Si se tiene en cuenta la definición que se dio anteriormente
de Lukas, es normal que no entienda la broma de su amigo, porque es incapaz
de descodificar los códigos que vienen implícitos en el mensaje al no compartir una cultura común, dado que lo probable es
que Lukas no sepa quién es el Fari. Visto esto, es normal que no pueda asociar los términos
que identificaba su amigo en el enunciado, produciéndose así un malentendido.
También puede haber confusiones cuándo se usa la ironía para
hacer reír. Este recurso lingüistico, que consiste en decir lo contrario de lo
que piensas, es capaz de convertir la expresión más seria y normal del mundo en
una explosión de carcajadas.
Por ejemplo, en la viñeta que aparece arriba, de El Roto, se observan
dos personajes, uno con la sombra más grande otro. Entonces, el que cuya sombra
es más pequeña, le pregunta al otro que cómo la suya es tan grande, entonces el
segundo sujeto procede a decir: “Manejando los focos”. Nada nuevo ¿no? Pero si
se tiene en cuenta que los focos también pueden hacer referencia a los mass media, capaces de engrandecer la
imagen de una persona si consigues hacer que estos hablen de ti.
Juan José Millás, en sus artículos narra aspectos de la
sociedad española desde un punto crítico e irónico.Este ejemplo lo demuestra: Hace menos de una semana,
salió una columna donde Ignacio González era el blanco de su diana, con el
nombre de “Una mirada turbia”. Millás habla del actual presidente de la
Comunidad de Madrid hablando de que ha sido colocado sin el voto del pueblo:
“Como ese hombre que aparece un día por tu casa y del que tu madre te dice: “–Desde
ahora este señor será tu padre”. Compara la situación con la de la elección de
Ana Botella como alcaldesa de Madrid: “Fíjense en Ana Botella, de la que un día
nos dijeron: –Esta señora es vuestra alcaldesa”.
Tras todo esto, se puede sacar que el humor parte del conocimiento. Cuánto más sepas del mundo, con cuántas más culturas te empapes, más grande será la guía que tengas para descifrar los códigos más encriptados, ya sean ocultos en textos sobrios y grises, en conversaciones aparentemente normales, o en obras de arte que parecen incomprendidas. En definitiva, más armas para poder reírte.
Con la llegada de la crisis, un fenómeno que llevaba años
produciéndose se metamorfoseó en otro más sangrante, pero a la vez menos
pérfido. La precarización de la profesión periodística se difuminó con la
crisis, para simplemente convertirse en despidos. La sustitución de periodistas
curtidos (con experiencia, años a sus espaldas y más sueldo) por becarios
recién licenciados (con menos sueldo y menos derechos) dio paso al simple
despido, independientemente de la edad o el sueldo.
Se podría alegar que en España existió una burbuja de medios
de comunicación, pero ese argumento no tendría mucho fundamento si
considerásemos que no solo tiene que haber grandes cabeceras nacionales, si no
que estas pueden convivir con medios locales y regionales que se especialicen
en la información más localizada. Esto no elimina el debate de si cada
comunidad autónoma debe tener radio y televisión propias, pero no es el tema
que nos concierne
Iñaki Gabilondo habla sobre la precariedad en su videoblog diario de El País:
Volviendo a la precarización, el que cada día haya una menor
cantidad de periodistas con experiencia a sus espaldas afecta profundamente a
la información que llega al consumidor final. Primero, porque nadie nace
sabiendo, y un recién licenciado tiende a equivocarse. Si a esto le unimos el
que dicho becario es remplazado al mes, o a los tres meses, por otro recién
licenciado, el bucle se vuelve continuo.
“El periodista- generalmente muy mal pagado, no
especializado, con gran presión de tiempo y con un contrato precario, temeroso
de perder su puesto de trabajo- va a un lugar al que le ha citado alguien que
tiene interés en hacer saber algo, toma nota de lo que le cuentan, con
frecuencia no puede preguntar, resume lo más llamativo y fácil de entender, y
con eso elabora la noticia” (Serrano, 2009)
El que el periodista sea un simple correveidile no es una
característica incorregible. Cuanta más experiencia tiene un periodista, mejor
sabrá discernir si una fuente es interesada. Si dicho periodista con experiencia
es sustituido por un becario, los medios acabarán siendo simples altavoces en
los que emitir propaganda
Documental "Manufacturing Consent", en el que el lingüista y activista político Noam Chomsky expone sus ideas sobre el control de los medios de comunicación (fuente: Youtube)
No solo el expulsar a los periodistas experimentados del
mundo laboral afecta a la calidad de la información. También influye el hecho
de que el periodismo no sea un mercado laboral limitado a los licenciados en
esta carrera, y el que mucho de los licenciados acaban trabajando en otro
sector. “ Se observa que los licenciados obtienen empleo, cada vez con más
frecuencia, fuera del periodismo, de modo que, en mayo de 2011, solo el 14.5%
de los que consiguieron contrataciones lo hizo dentro de su campo natural de
actividad, correspondiendo el 85.5% de los contratos restantes a otras
actividades laborales” (Díaz Nosty, 2011)
Existe otro factor que afecta a la calidad de la
información, que es el del control de los medios de comunicación. Si un
reducido grupo de empresas (y por extensión, las personas que las dirigen y
controlan) tiene la capacidad de diseminar ideas a un gran porcentaje de la
población, dichas ideas acaban convirtiéndose en predominantes, aunque estén basadas
en datos parciales o directamente falsos. “Si se tiene el control absoluto de los
medios de comunicación y el sistema educativo y la intelectualidad son
conformistas, puede surtir efecto cualquier política” (Chomsky, 1992)
En España, siete empresas son responsables de la difusión de
ideas de manera masiva. Sus audiencias son lo suficientemente amplias como para
erigirse en líderes de opinión. Con la prensa regional y local cada vez más
reducida, las ideas de estas empresas llegan a todavía más hogares
Con los datos anteriores, creemos posible responder que un
control excesivo y una alta precariedad laboral afectan profundamente a la
calidad de la información que los medios ofrecen. Mediante el control de un
número reducido de empresas, las ideas políticas de estas terminan siendo
extendidas a la población, aunque no sean las más beneficiosas para la sociedad
en su conjunto. Además, si los periodistas están sometidos a presión continua,
no solo por los tiempos, sino también por la inseguridad de si continuará trabajando,
su producción periodística se verá seriamente afectada
Bibliografía:
SERRANO, PASCUAL: Desinformación: cómo los medios nos
ocultan el mundo, Ediciones Península, Barcelona, 2009.
Centrándonos
en la pregunta que se nos planteaba a la hora de escribir este texto (¿cómo podemos separar la ficción de la
realidad en la era de la información?), la respuesta no termina de poder
darse con una sentencia totalmente firme y clara. Es decir, parece claro que el
problema endémico en todo esto es el ansia de los medios por publicar primero
que el vecino, la inmediatez que los lleva a boca de todos, y que
consecuentemente reportará en publicidad gratuita y mayores ingresos. Si yo
publico una “exclusiva”, sea cierta o no, se va a hablar de mí, por lo que voy
a vender más. A fin de cuentas, en los tiempos que corren, ¿que son los medios
de comunicación sino un negocio más?
Esto nos
lleva a echar la vista atrás, hacia los valores más primitivos de lo que el
periodismo debería ser. Según la
UNESCO, hay nueve principios básicos que todo periodista
debería cumplir:
1)El derecho del pueblo a una
información verídica
2)Adhesión del periodista a una
realidad objetiva
3)La responsabilidad social del
periodista
4)La integridad profesional del
periodista
5)Acceso y participación del
público
6)Respeto de la vida privada y de
la dignidad del hombre
7)Respeto del interés público
8)Respeto de los valores
universales y la diversidad de culturas
9)La eliminación de la guerra y de
otras grandes plagas a las que la humanidad está confrontada
Por lo
tanto, si yo, como periodista, decido arriesgarme a publicar una noticia que no
sé si tiene o no veracidad, estoy poniendo en juego desde el “derecho del
pueblo a una información verídica”, hasta la “responsabilidad social del
periodista”, pasando por la “integridad profesional del periodista”. Dicho así,
no parece más que saltarse un puñado de normas morales que todo miembro del
oficio periodístico debería luchar por cumplir. El problema viene cuando nos
damos cuenta de la repercusión que puede tener un hecho como el señalado. Lo
veremos en los ejemplos de un poco más abajo: las grandes masas están sujetas a
la información que los principales medios les proporcionan, y cuando esta no es
verídica, el pueblo no tiene medios para contrastarla.
Como
venimos comentando, herramientas como Twitter no ayudan precisamente a que la
veracidad prime sobre la inmediatez a la hora de tratar noticias. El emergente
“periodismo ciudadano” (movimiento periodístico
en el que son los propios ciudadanos quienes se convierten en informadores) ha
acortado los plazos en el tratamiento de la información, haciendo que, si un
medio no lo publica “al momento”, vaya a haber alguien que lo haga por cuenta
propia, haciendo que los medios que lo publiquen posteriormente vayan ya “a la
cola”. Esto está dañando al periodismo actual, básicamente, porque está
forzando a los medios a publicar noticias que no han tenido tiempo de ser
contrastadas por más de una fuente fiable, es decir, noticias que corren el
riesgo de ser ficticias, pero que son sacadas a la luz por miedo a que otro
medio lo haga antes y se cuelgue el cartel de “aquí lo dijimos primero”.Por
poner un ejemplo reciente: en un accidente ferroviario como el del pasado 24 de
julio en Santiago, cualquier ciudadano de a pie que se encuentre en la zona
podrá publicar en su cuenta de Twitter lo que ha ocurrido de manera breve,
incluso podrá adjuntar alguna foto hecha con su teléfono móvil. ¿Qué hacen
muchos medios? Una vez ven uno, dos, o tres tweets similares, publican. Debido
a esto, venimos viendo numerosos “patinazos” (especialmente en medios
digitales), ya sea por noticias que no eran lo que parecían, o simplemente por
bromas organizadas en algunos foros de internet.
¿Qué puede hacer entonces el ciudadano medio para saber si
puede fiarse de una noticia que ve publicada en un medio de cierta importancia?
Lo más apropiado, creemos, es:
1.Esperar a que
más de un medio se haga eco de dicha información, especialmente los más
destacados y, supuestamente, fiables, además de confiar en que la información
haya sido concienzudamente contrastada y verificada por más de una fuente
fiable y cercana a la noticia.
2.Las
confirmaciones oficiales son la guinda al pastel de la noticia, lo que, en el
99% de los casos, nos puede permitir estar seguros de que lo que tenemos frente
a nuestros ojos, es realmente lo que está pasando.
3.Evitar dejarnos
llevar por la fugacidad que redes sociales como Twitter prestan a la
información.
4.Si hay que
dejarse llevar por la emoción del momento y confiar en una exclusiva, mejor de
un periodista reputado y con una buena cartera de fuentes, que nos suela
proporcionar información verídica y de calidad, que de un becario de un medio
sin mucha repercusión.
Pasado y presente
La
mezcla de ficción e información no es algo actual, y hace años que se demostró
el gran poder que tienen los medios. Seguro que todos recordareis el caso de “Operación
Palace”, un programa emitido en La
Sexta en el que se analizaba una teoría sobre el golpe de
estado del año 1981 con testimonios de personas que participaron en él. Al
finalizar el programa se comunicó a los espectadores que todo era mentira. Esto
creó un gran revuelo, y mucha gente criticó a Jordi Évole por la creación de
este programa. Sin embargo, lo único que quiso hacer el famoso presentador fue
demostrar que las personas nos creemos todo lo que dicen los medios:
Pues
bien, en el año 1938, Orson Welles, un conocido actor estadounidense, adaptó el
libro de H.G. Welles “La Guerra
de los Mundos” al formato de un noticiario, y lo retransmitió a través de la
radio. El programa empezaba así: “Señoras y señores, les presentamos el último
boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill
informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre
las 7:45P.M. y las 9:20P.M”. Después de este programa cundió el pánico en Nueva
York y Nueva Jersey, y se demostró el gran poder que ya tenían los medios de
comunicación de masas a principios del siglo pasado:
Los reyes de la especulación: La prensa deportiva
Si hay algo que caracteriza a los medios de
carácter deportivo es la búsqueda de rumores y su publicación como exclusivas.
En la búsqueda de ser los primeros en publicar algo creen lo primero que ven,
para luego poder utilizar el ya famosísimo “Como ya adelantó Marca (o cualquier
otro periódico deportivo)”. Sobre todo destaca el caso de los fichajes, que nos
amenizan todos los veranos con rumores de idas y venidas, portadas con
fotomontajes y falsas confirmaciones oficiales. Por supuesto, muchos de estos
rumores nunca llegan a confirmarse, y dan
lugar a portadas tan curiosas como estas:
Uno de los
casos más sonados
El jueves 24 de enero de 2013, “El
País”, uno de los periódicos más importantes de España, publicó en su portada
una imagen en la que se veía a un supuesto presidente Chávez siendo tratado de
la grave enfermedad que sufría. A las pocas horas descubrieron que la imagen
era totalmente falsa, por loque se paralizó la distribución del periódico, que
no se pudo encontrar en muchas partes de España. La foto había sido
suministrada por la agencia Gtres Online, y sin más confirmación los directores
del periódico la dieron por buena. Después de eliminar la imagen el periódico
tuvo que publicar un comunicado que acababa de la siguiente manera: “EL PAÍS
pide disculpas a sus lectores por el perjuicio causado. El diario ha abierto
una investigación para determinar las circunstancias de lo sucedido y los
errores que se hayan podido cometer en la verificación de la fotografía. Gtres
Onilne es una agencia gráfica con la que EL PAÍS trabaja desde hace varios años
y que representa en España a otras agencias internacionales”. Como se ve en
este párrafo la responsabilidad del error fue adjudicada a la agencia, y no a
ellos mismos, cuando deberían haber confirmado la veracidad de la foto como se
hace con cualquier información que llega a la redacción.
Conclusión
Desde que existen los medios se ha
mezclado la información con la ficción. Algunas veces (como el caso de Orson
Welles) con intención de entretener, y otras con intención de engañar a la
gente y conseguir un público que de por sí no tendrían o por desinformación de
los propios profesionales. Estas son las ocasiones en las que se debería
respetar tanto al público como a la ética que tiene que tener un buen
periodista, analizar más en profundidad lo que se publica y confirmar que toda
la información es veraz. Actualmente los medios son un negocio, pero que está
compuesto por profesionales en los que deben primar los valores profesionales ante
cualquier intención de lucro o poder.