sábado, 7 de junio de 2014

Más allá de las palabras




Desde sus inicios, la publicidad siempre ha ocupado una parte muy importante en nuestras vidas. Durante mucho tiempo, la industria publicitaria nos ha estado inyectando mensajes con los que han intentado establecer nuevas modas, formas de pensar, de ser y actuar. En cambio, con las nuevas tecnologías, la publicidad ha dado un cambio importante. Actualmente, cuenta con muchos más recursos de reclamo, como por ejemplo móviles, tabletas y todos los elementos social media. A través de estos, nos ‘’acosan’’ masivamente.

Nos encontramos ante una nueva era en la que ya no son las marcas las que encuentran a los posibles consumidores, sino que son estos los que descubren a las marcas. Las empresas publicitarias, se ven obligadas de cierto modo a adaptarse a la personalidad del público, teniendo en cuenta sexo, edad, residencia, clase social, y como no, los sentimientos, creando espacios publicitarios totalmente personalizados.

Difunden una simbología publicitaria que suele estar asociada a nuevos referentes. Crean tendencias, modas o estereotipos, es decir, estilos de vida que la mayoría de los individuos acabaran asumiendo. Además, sus discursos comunicativos, llenos de iconos, señales e infografías, terminan calando en nuestras mentes, y son capaces de crearnos necesidades. Incluso, si todos esos signos consiguen penetrar y perecer entre la sociedad, quiere decir que finalmente les otorgamos un significado aprendido. 

Haciendo un pequeño inciso, podemos citar a la marca Nike, que logra evocarnos a su nombre con un simple símbolo. Por tanto, tiene un valor simbólico asociado.

Los mensajes publicitarios están por todas partes, nos rodean e influyen en nuestros comportamientos sin darnos cuenta. Incluso, esto ya nos llega a resultar algo natural.

En un primer momento, la publicidad pretende hacernos ver que sus mensajes están basados en argumentos plenamente objetivos. Pero, queda claro que la publicidad también es comunicación, y que para llegar al público puede usar, y en efecto usa, unas herramientas con las que intenta llevar la publicidad a otro campo más subjetivo, el de los sentimientos y las emociones.

Muchas veces este objetivo es tan claro que no queda oculto. Desde esta perspectiva, resulta más fácil hacernos creer que necesitamos lo que ellos quieren que consumamos. Ya sea publicidad impresa o audiovisual, son numerosos los ejemplos que nos muestran claramente la pretensión que tienen los anunciantes.

Anuncios como el de BMW Premium Selection, el cual en su campaña publicitaria observamos un texto que dice “open here”, simulando que la carretera es una caja y que el vehículo es quien la estrena. Ni siquiera se muestra el coche, ya que BMW no necesita mostrarlo, porque de antemano asociamos a la marca la calidad y el lujo.

Otro ejemplo es la marca Bosch, y uno de sus anuncios publicitarios:


Según Bosch, podrás disfrutar de una vida relajada, sin necesidad de tener criados pero con las comodidades que unos sirvientes te ofrecerían y con una vida semejante a la de los ricos. No tienes que hacer nada, estos electrodomésticos son tan inteligentes y útiles que te lo hacen todo.

Con este tipo de anuncios subjetivos, podemos ver como nos intentan vender bienes o servicios que quizás nunca podamos alcanzar. No debemos creernos todo aquello que nos cuenta la publicidad, ya que tras ella se esconden unos intereses, unos intereses que nos incitan a la compra de cosas innecesarias.

La publicidad emocional es la más acertada para captar potenciales compradores. A continuación, podemos ver un claro ejemplo de publicidad con un enfoque sensitivo, donde ni se muestra el producto y se cuenta una historia ajena a lo que se esta vendiendo.



Es muy importante que veamos la publicidad desde un punto de vista crítico, con una mirada crucial, y que seamos capaces de diferenciar lo que nos hacen creer que queramos, de lo que realmente queremos.




En este caso, a diferencia de la publicidad emocional, este comercial se centra únicamente en mostrar las características del producto. Es decir, argumenta las cualidades de lo que está vendiendo, sin ir más allá.

Este tipo de anuncios también se utiliza por los anunciantes, pero en menor medida, ya que se han percatado de que aquellos que apelan a los sentimientos tienen una mayor respuesta.

Así, parece que la publicidad se ha encargado de marcar cual es la moda a seguir, depreciando unos productos, y añadiendo valor a otros. Es capaz de influir notablemente en nuestros estilos de vida, como también en nuestra forma de ver y afrontar algunas situaciones. 


Bibliografia:





Melanie de la Torre León
Tania Rodriguez Cruybeeck
2º H

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