lunes, 17 de marzo de 2014

Interpretación en defecto y sobreinterpretación


En el proceso de decodificación de un mensaje, uno de los elementos determinantes para la cuestión de la sobreinterpretación y la interpretación en defecto es el del ruido. Al igual que al encender la radio es frecuente que se cuelen las locuciones de frecuencias ajenas, en la comunicación se dan interferencias que hacen que el receptor reciba señales no deseadas, que son mezcladas con las deseadas, poniendo a prueba de esta forma la capacidad del receptor de filtrar esas señales perjudiciales para el correcto entendimiento comunicativo. Pero, ¿hasta que punto está en nuestra mano producir, filtrar o incluso identificar esas señales? ¿a qué se deben? ¿son causadas por la afonía del emisor o por la sordera del receptor? Existe una tendencia natural a pensar en términos de identidad y semejanza, por lo que sabemos que a partir de cualquier mensaje podemos establecer relaciones de analogía con otros. Los textos se interpretan mediante la comparativa de otros textos, las frases mediante la de otras frases, los hechos mediante otros hechos, creando así una concepción referencial interconectada del mundo.


Russel Crowe "Una mente maravillosa"

En la película Una mente maravillosa, se cuenta la vida del premio Nobel en economía John Nash, quien sufre de esquizofrenia paranoide y llega a creer trabajar para el gobierno como descifrador de códigos comunistas en prensa y revistas. Este ejemplo es el perfecto para hablar de sobre interpretación, si pensamos que una mente tan sumamente privilegiada como la de Nash, quien cambió la concepción del funcionamiento de la economía contemporánea, era también capaz de ver mensajes cifrados en periódicos y de idear todo un mundo conspiranoico tras estos. Nash, llegó a afirmar que lo que le llevó a la locura fue el ideal racional de pensamiento. Identificar un signo como algo más de lo que es, darle credibilidad dejando de reconocer que la relación entre el signo y su posible interpretación es mínima y no por el contrario, deducir de un mínimo lo máximo posible, cayendo así en una espiral de semiosis ilimitada que provoca un método paranoico-obsesivo exponencial de interpretación.

Otro ejemplo de sobreinterpretación más común, lo encontramos en este anuncio de Desigual, que causo una gran polémica entre los telespectadores. Podemos darnos cuenta de la rapidez con la que sacamos conclusiones previamente al desenlace. En este caso, a causa del convencionalismo social que establece que lo normal en una pareja sea la estructura clásica de hombre-mujer, nos choca ver como la pareja de la protagonista es finalmente una mujer. 



Por otro lado, podemos entender la actitud del espectador como una visión interpretativa en defecto, si consideramos que en general, no somos capaces de identificar los signos que nos inciten a pensarlo, o simplemente barajar la posibilidad de que su pareja sea una mujer. 

Como decíamos, el ruido es un gran obstáculo para la comunicación humana. Pero no solo éste puede favorecer que la interpretación de un mensaje sea defectuosa, el canal por el que se transmite y la disposición del receptor para entenderlo pueden resultar igual de determinantes a la hora de interpretar. 

Otro ejemplo de la cara opuesta a la sobreinterpretación, lo encontramos de nuevo en el cine, en la famosísima película ¨El Show de Truman¨, en la que Jim Carrey nace en el interior de un reality show sobre su propia vida sin que él lo sepa. Al igual que en el mito de la caverna de Platón, que explicaba la dualidad entre el mundo de las sombras y el de la luz, observamos en esta película como partiendo de la interpretación en defecto se llega a la correcta interpretación, pasando por la obsesión de la interpretación en exceso. 



Hay numerosas ocasiones en las que los actores del reality dejan ver que no son ciudadanos corrientes, si no que están actuando, como las continuas apariciones de su mejor amigo publicitando la marca de una caja de cerveza, los patrones de comportamiento en los vecinos perfectamente cronometrados o la total imposibilidad de salir de su ciudad o de reservar un vuelo de avión. Hasta que estas experiencias no se vuelven más sospechosas, el protagonista no comienza a indagar e interpretar esos signos como lo que realmente son. Se nos muestra a un hombre que vive una mentira ya que no es capaz de interpretar correctamente los mensajes que se le van presentando. Además, cuando se da cuenta, pretende comunicárselo a su mujer, haciéndole ver una serie de pruebas que demostraban su teoría. Ante esto, su mujer le hace intentar creer que esta empleando un método obsesivo de sobreinterpretación.

En definitiva, podemos concluir con la idea de que la interpretación de los signos es una forma de asimilar, representar y proyectar la realidad y por lo tanto, de domesticar a nuestro antojo los signos. Es esta libertad de asociación interpretativa la que da lugar a errores en la comunicación, ya sea por llevar al extremo la decodificación de los mensajes, o por el contrario, interpretarlos en defecto. 


Carlos Álvarez-Cascos y Juan Fernández


Fuentes:

 -http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/11/avrocca1.htm  "Nómadas - Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas"
-http://direccionmultiple.files.wordpress.com/2012/08/eco_umberto-interpretacion_y_sobreinterpretacion.pdf  "Umberto Eco: Interpretación y sobreinterpretación"

3 comentarios:

  1. Nos gustaría que los lectores diesen a conocer su tendencia, así como comentasen qué les parece más común: tender hacia la interpretación excesiva, paranoide; o interpretar desde el defecto...

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    1. Esto puede sonar a estereotipo, pero creo que, en general, las mujeres tendemos más a la sobre interpretación de la mayoría de las situaciones o mensajes que recibimos.

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  2. La idea de ruido y la de interpretación son radicalmente diferentes: el ruido es algo externo, en el modelo de Shannon y Weaver, que perturba el equilibrio perfecto del sistema. Asumir, por el contrario, que somos seres interpretativos implica asumir que los textos no lo dicen todo, que el receptor tiene que poner algo de su parte y que corremos el riesgo de que ponga algo no previsto. En el caso de la paranoia, Nash aporat demasiada interpretación. En el caso del anuncio de Desigual, los productores juegan con lo que saben que los espectadores van a hacer porque es lo normal en su cultura: asumir que es un hombre el que habla de sexo.

    Echo de menos que las fuentes que señalais al final estén mencionadas en el texto. Hay diferencias de escritura notables entre unos párrafos y otros, y es elegante indicar al lector qué parte es totalmente mía y qué parte he escrito apoyándome en las ideas de otros

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